Se llaman Darwin, Blaster, Juárez, Speckles y Mooch, y juntos forman la Fuerza G. Son rápidos, fuertes e inteligentes. Y están listos para dejar el anonimato y, como parte del FBI, luchar contra un malvado que quiere destruir a la humanidad. El único "detalle", es que no son humanos, sino ¡coballos!. Estos bichos protagonizan la nueva apuesta de Disney, que hoy llega al Holiday Cinemas en estreno nacional. Y su arribo a las salas argentinas viene precedido de un logro nada despreciable: recaudaron 32,2 millones de dólares en sus primeros tres días en cartel en los Estados Unidos, destronando a la quinta secuela de Harry Potter, que tuvo ingresos por 30 millones.
Producción de Jerry Bruckheimer con dirección de Hoyt Yeatman (ganador del Oscar por su trabajo de efectos visuales), Fuerza G entra en la categoría "live action", la cual se caracteriza por trabajar con humanos y, en ocasiones como éstas, mezclarlos con animación en tercera dimensión.
La película -que en su versión original cuenta con las voces de famosos como Penélope Cruz, Nicolas Cage y Steve Buscemi- se inmiscuye en un programa secreto del gobierno estadounidense, que tiene como protagonistas a este grupo de animales expertos en misiones secretas y armados con la última tecnología -desde lentes de visión nocturna hasta cohetes para saltar a los techos, pasando por cascos que les permiten comunicarse con los humanos-, quienes deberán terminar con las malvadas intenciones de un poderoso sujeto y su maquiavélico plan para controlar al mundo con el uso de electrodomésticos.
Con profesionales destacados en la realización, sin embargo, la idea que dio vida al film de 98 minutos de duración fue de un niño de 5 años: el hijo de Yeatman, quien un día llevó un coballo a su casa y le comentó a su padre lo genial que sería que fueran soldados con uniforme y todo. "¿Por qué no?", se entusiasmó el especialista, que tras profundizar en numerosas historias sobre animales entrenados para llevar a cabo misiones secretas por Internet -desde delfines que detectan minas hasta cucarachas portadoras de dispositivos de grabación- puso manos a la obra.
