El referente de Juventud de la Municipalidad de Iglesia, Roque Jesús Quilpatay, quien acompañó a los chicos en el viaje, cuenta cómo fue el accidente. El y el chofer del minubus eran los únicos adultos a bordo. Quilpatay explica que los chicos que estaban ilesos intentaban, con desesperación, ayudar a los heridos.

“Cuando me desperté estaba colgado del cinturón. Y los chicos me socorrieron a mí”, relató ayer el hombre desde la cama del Hospital San Roque, de Jáchal. Y destaca la labor de los jóvenes: “Trataban de ayudar a sus compañeros heridos, buscaban los bolsos que estaban desparramados y pedían ayuda a la gente que pasaba por la calle. Algunos lloraban al lado de los compañeros que no reaccionaban”.

El funcionario, que iba sentado al lado del chofer, dice que durante el viaje iba dormido, como los chicos, ya que estaban muy cansados después del campamento. Pero unos 10 minutos antes del accidente se despertó. “No empezó a llover hasta unos 10 km después. Saqué la mano y me mojé la cara para despabilarme. De golpe empezó a caer mucha agua, era como un chaparrón”, relata. Y continúa: “A unos 200 metros nos encontramos con una curva, no había demasiada visibilidad. No sé si veníamos rápido, pero llovía mucho y el vehículo se corrió para un costado, se salió de la calle y volcó. Después no me acuerdo de nada hasta que vi a los chicos desesperados, llorando, tratando de ayudarme”. El hombre dice que unos 20 minutos después llegó la policía, dos ambulancias y vehículos de particulares en los que trasladaron a los heridos.

En relación a su estado dice que está bien y sólo tiene un golpe en la cervical. Pero explicó que “anímicamente estoy muy mal, amargado por los chicos que fallecieron que tenían todo un futuro. Es inexplicable”.