¿Por qué un adulto pega?
María Inés Stanziola- Los porqués pueden ser muchos: se piensa que así se logrará que el niño obedezca, que ya se probó muchas formas de hacer que obedezca y el chirlo parece ser el último recurso, se pierde la paciencia y otros. Sin embargo, es necesario preguntarse para qué se le pega a un niño y qué sucede a continuación: ¿se logra el resultado esperado?
Mariela Serra Mestre – Por lo general los padres no eligen ser violentos con sus hijos, a veces son víctimas de una historia como sus propios hijos lo serán. Algunos podrán sentir que están haciendo lo que corresponde (‘si esto fue bueno para mí, será bueno para mis hijos ó hago lo mismo que hicieron conmigo”), otros sentirán culpa, vergüenza e impotencia por no lograr controlarse y actuar dominados por impulsos. En realidad el golpe es un signo de debilidad frente al pequeño y el mensaje es ‘no puedo o no sé ponerte un límite de otra forma’.
¿El chirlo es ejemplificador como suele decirse? ¿Para qué sirve?
MI Stanziola- Depende del ejemplo que se quiera dar a los hijos. Si como adultos queremos criar a nuestros hijos para ser personas pacíficas, solidarias, emocionalmente inteligentes, el chirlo no es ejemplo para nada de eso. Sirve para mostrar modos violentos de resolver los conflictos, para generar resentimientos y deseos de venganza, para rebelar aún más a los niños que son desafiantes, para afectar negativamente la relación padres-hijos.
¿Qué simboliza el chirlo en el niño? ¿Y en el adulto?
MI Stanziola- Un golpe es un acto de violencia, no de autoridad. La autoridad de los padres consiste en tomar decisiones para el cuidado y crecimiento de los hijos. Pegarles y gritarles hace que se pierda la autoridad.
M Serra Mestre- Las consecuencias que traen los ‘chirlos” o el límite a través de un golpe son siempre malas. El niño que es víctima de este sistema de crianza sentirá crecer en su interior emociones muy negativas, poco placenteras y peligrosas: el resentimiento, la rabia, la humillación y la frustración. Inevitablemente su autoestima se verá deteriorada como resultado del trato que recibe y de lo que lo hacen creer que es. Quizás se esfuerce por ‘portarse bien”, pero sólo lo hará para evitar el castigo, eso no es verdadero autocontrol, ni autonomía. Los niños tratados con violencia son, entre otras cosas, niños violentos. A veces la violencia la expresarán hacia afuera y otras veces hacia adentro.
Por otra parte los adultos al pegar les estamos enseñando a los niños que la forma de decir no o poner un límite se hace a través de un golpe. Es un modelo de impulsividad.
En cambio, la palabra es una herramienta privilegiada, al momento de poner un límite. No sólo es importante lo que decimos sino cómo y cuándo lo decimos, teniendo en cuenta la edad. Es bueno que las palabras sean pocas, claras y precisas. El contacto visual es una gran facilitador en este momento y nos asegura que el niño nos esté escuchando, generando en él un clima de confianza. Actualmente es muy común escuchar a los papás poner un límite o dar una norma en forma de ruego o con cierto temor, aunque por lo contrario, la actitud debe ser convincente, brindándole seguridad.
Hay que estimular un comportamiento saludable, lo que es otra buena herramienta. Es mejor dedicarse más a estimular los comportamientos saludables que actuar sobre los indeseables. Estimular es agregar una consecuencia positiva al comportamiento, un premio. Pero esto no significa que sea algo material, por el contrario una especie de premio psicológico o simbólico, que lo haga sentir que puede lograrlo, que es valioso, esto se reflejará luego en su autoestima y autovaloración.
Y hay que eliminar los comportamientos indeseables: si agregamos una consecuencia negativa a la conducta que queremos que desaparezca, probablemente la conducta disminuya en el futuro, este es el caso de penitencias o ciertas prohibiciones. Lo mas importante es no afectar la integridad del niño, nunca deben ser violentas ni físicas ni emocionales y que sean cosas que puedan mantenerse y sostenerse para evitar desautorizarse como papás. Un limite es un mensaje de amor por eso mismo es lo contrario al daño físico o psicológico.
¿Cuál es y cómo se ponen límites?
MI Stanziola- De acuerdo a la edad del niño o niña, sería recomendable que cada familia establezca sus propias normas, en función de sus valores, prioridades y creencias. Siempre hay conductas que de ningún modo deberían ocurrir (por ejemplo aquellas que pongan en riesgo la vida y la salud del niño y de otras personas), otras conductas pueden estar adecuadas a cierto contexto y no a otros (no es lo mismo la casa, la escuela, la calle), otras conductas están más ligadas a los valores que la familia quiera inculcar a sus hijos. Siempre es bueno que haya pocas reglas pero claras y que se cumplan. Esas reglas irán modificándose según los hijos vayan creciendo y haciéndose más autónomos y responsables.
El establecer reglas conlleva que el niño o niña sepa qué se espera de él/ella y qué consecuencia tendrá el transgredirlo. Las consecuencias también se ajustarán a la edad de los niños. Hay muchas alternativas que son verdaderamente educativas, que permiten que el niño aprenda o que repare lo que hizo mal. Esas son las más aconsejables. Hacer que el niño sufra, humillarlo, quitarle una actividad saludable como el deporte, no suelen dar los resultados que los padres esperan.
M Serra Mestre- Para entender el concepto de límite podríamos hacer un ejercicio de imaginación: adultos están en un lugar grande, desconocido, confuso, ¿como se sentirían? Probablemente inseguro, desprotegido, asustado, deseando que llegue alguien, un guía que oriente, que nos haga sentir protegidos. Así se sienten los niños cuando en su crecimiento viven situaciones dónde desconocen significados, códigos y normas: necesitan un conjunto de reglas dinámicas y variadas que se vayan ajustando a la realidad personal, familiar y social de cada uno. Es decir necesitan de límites. Ellos aportarán habilidades para enfrentar la vida (empatía, autocontrol, autoestima, entre otras destrezas emocionales). Recae en los padres la responsabilidad de mostrarle a los hijos esa ‘hoja de ruta” para que se manejen en la vida, en donde estarán los sí y los no y esto representará en la vida de un niño la base firme y sólida para poder crecer con seguridad , confianza y la sensación que hay un ‘otro” (adulto) que los esta cuidando y protegiendo.
Actualmente se menciona que los niños no aceptan estos límites tan saludables para su vida, pero en realidad no hay que cuestionar al niño en sí mismo sino cómo es el adulto al momento de poner un límite. Para esto es importante que el adulto refleje una actitud de autoridad que respete los derechos de todos, mostrando la asimetría en el vínculo y reforzándolo por supuesto con el modelo, la coherencia y la firmeza, y siempre bajo el marco de una relación cálida y afectuosa.
Cada etapa del desarrollo tiene sus características, sus necesidades y sus posibilidades especificas; así por ejemplo a los dos años el pequeño presentará berrinches y a los 4 años tal vez sea oposicionista y desafiante y en la adolescencia la rebeldía se instala como parte del duelo de los padres infantiles. Pero la constante en cada una de ellas es corregir la acción y nunca connotar negativamente a la persona y mucho menos con límites violentos ya sea a través de una palabra o un golpe ya que esto solo agravara la situación ya que dañara su autoestima. La empatía, el respeto, la paciencia, la comunicación son algunos aspectos que ayudan a establecer límites claros y saludables.
¿Alguna vez ‘viene bien’ un chirlo?
MI Stanziola- Esa es una creencia bastante generalizada en nuestro medio. No podría afirmar lo mismo desde la experiencia como madre y como profesional.
¿Cómo se trabaja este tema? ¿Es tema de consulta y preocupación?
MI Stanziola- Muchos padres consultan por estos temas, actualmente es difícil criar hijos saludables, felices y con buenos hábitos y valores. Se trabaja con orientación a padres. Hay gran variedad de estrategias para aplicar y es parte de la tarea de ser padres aprender a educar a nuestros hijos.
