Tiraron tizas juntos en la secundaria. Se divirtieron en cumpleaños de 15 y cuando les tocó el servicio militar, también permanecieron unidos. Después, Pedro Marín y Roberto Arroyo pelearon en el mismo batallón espalda con espalda en Malvinas y hasta los capturaron juntos. Hoy tienen una amistad más sólida y se aconsejan cuando los recuerdos de la guerra, de cuyo comienzo ayer se cumplieron 27 años, los atormentan.
La escuela Pedro Cortínez conformó los cimientos de la adolescencia de los dos veteranos. Disfrutaron de una feliz etapa. Estudiaban juntos, eran compañeros en partidos de fútbol y salían de noche. Cuando tenían 18 años, les tocó el servicio militar. Ambos pidieron prórroga para terminar de estudiar y a los 20, en 1981, dieron sus primeros pasos en la milicia.
"A los dos nos tocó Infantería de Marina, pero al mes de servicio, a Roberto lo destinaron al batallón número 5 con asiento en Río Grande, Tierra del Fuego, y a mí me tocaba el 3 en La Plata. Entonces hablamos con un superior y pusimos en la lista a otro Arroyo y nos quedamos juntos en el batallón 3", contó Pedro.
En febrero del ’82, en su sección realizaban muchos entrenamientos de batalla, pero ninguno sabía por qué. "Cuando nos enteramos de que era porque teníamos que pelear por las Malvinas, sentimos fervor, alegría y pasión por defender nuestra tierra", reveló Roberto.
Cuando llegaron a Puerto Argentino, en las islas, su compañía fue fraccionada en tres partes. "Una quedó en Puerto Argentino, otra en Camber y la otra sección fue destinada a custodiar el Aeropuerto en Borbon", afirmó Roberto y Pedro agregó que "hasta en eso tuvimos suerte porque quedamos en el mismo grupo".
Mientras tanto, sus padres creaban lazos de amistad y recibían noticias de ellos por carta.
Después de 73 días en las islas y 2 de batalla intensa, su sección fue capturada por los ingleses. "Un superior se cag…, delató nuestra posición y levantó bandera blanca", reveló Pedro con unas ganas de seguir reclamando por las Malvinas que nunca desaparecerán. Y según contaron, ambos se cuidaban mutuamente las espaldas y sabían que cada uno se jugaría la vida por el otro.
