Las fuertes heladas del ciclo anterior afectaron seriamente la producción del 2014. En virtud de ello la brotación y floración de este ciclo fue muy buena y se esperaba una producción potencial superior. Sin embargo factores como vientos cálidos en floración incidieron en uvas blancas comunes. Más adelante los racimos formados no crecieron como debían por la grave crisis de falta de agua para riego, factor que generó un crecimiento anormal de las bayas y por consiguiente menor tamaño y peso de los racimos.
Como segunda medida se produjeron altas temperaturas en verano con fuertes olas de calor, que sumadas al déficit hídrico antes puntualizado, ocasionaron deshidratación de los frutos.
Este hecho coincidió con altos valores de concentración de sólidos solubles.
Como efecto benéfico de la falta de humedad, no se produjeron enfermedades de hongos obteniendose una buena sanidad.
Un hecho que agravó la situación fue los problemas de oferta de mano de obra para la cosecha. Este inconveniente retardó la recolección de la materia prima, que de esta manera estuvo más expuesta a sufrir disminuciones de peso por deshidratación.
Si agregamos que ante la grave crisis de precios, hubieron productores que no levantaron la cosecha dejando la uva colgada por ser inviable la rentabilidad. Todo este mix de factores se sumaron para que este año tengamos menos uva.
Un hecho que alarma es la caída de la productividad de los parrales y viñas debido a que por falta de rentabilidad los viñateros no vienen fertilizando, combatiendo malezas, pulverizando y otras labores muy necesarias vislumbrandose un futuro muy poco alentador y sin dudas con la salida del sistema de muchos productores.
