La música de cumbia, los ojos llenos de lágrimas, los gritos de alegría y los cantos dedicados a Brasil fueron las postales del vestuario argentino luego de la victoria.

El “Tano” Platti llorando con un nene con la cabeza tapada con la remera celeste y blanca, los hermanos Simonet abrazados y riendo al igual que Juan y Federico Fernández, los más pibes mirando algún punto perdido en el techo… En el vestuario todo es emoción por el oro y la histórica clasificación a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Entra Andrés Kogovsev, el capitán y referente del equipo, a los gritos: “¡Ganamos la final carajo! ¡Esto tiene que ser una fiesta, somos de oro!”, y abraza a sus compañeros.

Inmediatamente Gonzalo Carou, mojado de pies a cabeza y con una bandera argentina enroscada, le ordena a Federico Pizarro, el “DJ” del plantel, “dale nene poné cumbia”, pero al jugador le tiemblan las manos de la emoción hasta que emboca el play. Entonces empiezan a sonar los acordes de una cumbia que todos bailan alocadamente y cantan a grito pelado, tras lo cual algunos destapan varias botellas de agua y se empiezan a mojar. La alegría parece no tener fin.