Los desbordes de alumnos de diferentes colegios, al aproximarse la finalización del año lectivo, aumentan de manera alarmante porque trascienden en daños a la comunidad, como el cometido por los egresados del Liceo Francés, de la Capital Federal, que por su magnitud ya está en manos de la Justicia. Fue el viernes último cuando los alumnos de quinto año de ese establecimiento cavaron un pozo en una plaza pública, lo llenaron de agua y lucharon en el barro con el propósito de continuar con una tradición de dos décadas para celebrar la finalización del secundario.

La diferencia es que ahora dejaron el ámbito escolar para destrozar el paseo público ubicado entre las avenidas Figueroa Alcorta y Monroe, en el barrio de Nuñez. Ante el tremendo lodazal en el Parque "Paseo de las Américas", los vándalos justificaron que "es una tradición que tenemos en el colegio desde hace más de 20 años. Está bien que nos culpen porque es un lugar público, pero vamos a pagar la multa que el Gobierno de la Ciudad nos ponga", dijeron, pero podrían tener mayores consecuencias.

Es que a Fiscalía de la Ciudad inició una causa por "daño agravado\’\’ e instruyó a la comisaría de la zona iniciar actuaciones de oficio identificando a todos los estudiantes a un preceptor, aportar las fotografías y filmaciones de los medios, y citar al director del liceo para que se presente en la fiscalía a declarar en calidad de testigo. La investigación incluye datos que surjan de las redes sociales, que deberán ser preservados por la División de Cibercrimen de la Policía Metropolitana.

Estos atropellos y sus condenas tienen un antecedente reciente, en la Cámara Federal porteña, que ratificó en agosto pasado los procesamientos de cinco estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires por profanar la iglesia adjunta San Ignacio de Loyola, durante una toma del establecimiento educativo, quienes pueden afrontar condenas de hasta cuatro años de cárcel al tratarse de mayores de edad.

Estos alumnos fueron procesados por pintar el piso de esa iglesia histórica, prender fuego a bancos del templo, orinar en el altar y pisar el mantel, y escribir frases insultantes y blasfemas, como "la única iglesia que ilumina es la que arde." En este contexto vienen a la memoria las palabras del ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, al conocer el caso del alumno agredido en una escuela de 9 de Julio, en San Juan: "La escuela tiene mucho por hacer y decir, no puede haber silencio pedagógico". Ojalá no quede todo en la impunidad.