Cursan el último año de la carrera de Medicina en la Universidad Católica de Cuyo, pero el destino les impuso un debut anticipado y alcanzaron trascendencia pública como héroes por ser quienes asistieron a los heridos del trágico accidente de Calingasta unas semanas atrás.
Esa noche los chicos volvían de la mina Veladero, lugar que visitaron para profundizar respecto del mal de altura en cuanto a su diagnóstico y tratamiento (ver aparte). La visita fue organizada por el médico Mariano Sisterna, titular de la cátedra de Emergentología, quien consideró la visita a la mina como la mejor forma para que sus alumnos incorporaran conocimientos sobre el tema. A su vez, la oportunidad también sirvió para que los estudiantes aprendieran sobre cómo se manejan las emergencias en alta montaña y el accionar de los rescatistas. Si bien lo que asimilaron en Veladero no fue determinante sobre lo que aplicaron después al ayudar a las víctimas del accidente (los chicos ya contaban con casi un año de cursado en esta cátedra vinculada a la asistencia al trauma) sirvió para reforzar los conocimientos e incluso experimentar en carne propia algunos síntomas del mal de altura.
El ascenso a la mina fue para los estudiantes una gran experiencia en sí. “Uno puede tener la experiencia de lo que son los síntomas de la gripe o de una neumonía, pero el mal de altura no hay manera de imaginarse lo que se siente si no se asciende, a mí por ejemplo tuvieron que darme oxígeno durante el viaje”, contó María Marta Rey, una de las alumnas. “Es la única manera de experimentar los cambios que se producen en el organismo como consecuencia de la altura, algunos tuvieron síntomas, otros no, pero en definitiva la única manera de saberlo fue haciendo este viaje”, agregó Emanuel Pizarro, su compañero.
En una movilidad dispuesta por Barrick, en el viaje fueron acompañados por un enfermero que midió y los asistió con oxígeno cuando alguno lo necesitaba. Asimismo y según contaron las fuentes consultadas, cumplieron con los pasos básicos cada vez que se sube al lugar: hidratación constante, consumo de alimentos ricos en azúcares y actividad física moderada.
Es que cuando se asciende se produce una disminución progresiva de la presión atmosférica y también de la presión parcial de oxígeno que se inspira. Si no se tienen estos recaudos es factible de comenzar a sentir síntomas del mal de altura (cefaleas, fatiga, nauseas y vómitos entre otros), todas reacciones fisiológicas del organismo que se producen como consecuencia de la baja presión de oxígeno que existe a gran altitud. “Los tubos de oxígeno que se llevaron para el viaje los utilizamos después para asistir a las víctimas del accidente, cuando hay casos de politraumatismo siempre hay que brindar oxigenación; también usamos las camperas y mantas que nos proporcionó la empresa, para evitar la hipotermia en los heridos”, agregó Celeste Trincado.
Ya en la mina los estudiantes realizaron el recorrido tradicional para visitantes (instalaciones, open pit, taller de camiones), aunque se hizo hincapié en el micro hospital y lo referido a medicina de alta montaña. “El micro hospital está súper equipado e incluso pueden hacerse cirugías allí, también nos explicaron cómo realizan el traslado de pacientes en caso de emergencias, cuentan incluso con un helicóptero para el traslado de casos graves”, dijo Celeste Trincado. “Preguntamos mucho sobre BTLS (Basic Trauma Life Support, las siglas en inglés) porque semanas atrás habíamos hecho prácticas en muñecos, quién iba a pensar lo que pasó después”, agregó María Marta. Próximamente los estudiantes rendirán el examen final de esta materia y muchos se convertirán en flamantes médicos. “No somos héroes, simplemente hicimos lo que debíamos hacer y sabíamos cómo hacerlo”, concluyeron.
