El calendario de comunicación de la nueva etapa del Indec -todavía en proceso de normalización- comenzará el 22 de septiembre venidero con las cifras de las canastas básica y alimentaria, fundamentales para establecer los umbrales de pobreza e indigencia por ingresos. Luego, el organismo difundirá los primeros datos del segundo trimestre de pobreza e indigencia.

Mientras se esperan las estadísticas oficiales para el trazado de las verdaderas políticas de inclusión social, diferentes organismos no gubernamentales han dado a conocer los avances de sus propias investigaciones en torno a uno de los flagelos sociales más alarmantes y ocultado sistemáticamente durante la última década, uno de los aspectos más crueles de la herencia kirchnerista.

Recordemos que durante la gestión de Axel Kicillof en Economía se eliminó la difusión de los números de pobreza del Indec, justificando que era ‘estigmatizar’ a los pobres. Peor todavía la hipocresía del entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, al afirmar que en Alemania había más pobreza que en nuestro país, argumentando que ‘el Estado no está para contar pobres’. Muy diferente a lo que dicen ahora Unicef y la Universidad Católica Argentina (UCA) sobre la pobreza y la indigencia.

Según el organismo de las Naciones Unidas, en la Argentina la pobreza se encuentra infantilizada. Señala que el 34,4% de los niños de menos de cinco años es multidimensionalmente pobre, con el agravante de que un 70% de esos chicos no accede a la educación. Esto varía en cada grupo social y región del país, e indica que la pobreza multidimensional era del 30,2%, o unos 4 millones de chicos, a fines de 2015.

Para Unicef se está por debajo del umbral de pobreza cuando se incumplen tres derechos, mientras que para la UCA el déficit de sólo una de las dimensiones (vivienda, alimentación, saneamiento, salud, información, estimulación temprana o educación) es suficiente. No se toma como eje central los ingresos sino varias ‘dimensiones’, como el déficit habitacional, sanidad, educación y alimentación, entre otras variables.

El panorama es difícil para implementar el proyecto del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, de poner en marcha más de cuatro mil nuevos centros de primera infancia en todo el país, haciendo foco en las zonas más vulnerables. El presupuesto anual es de mil millones de pesos y surge el interrogante de cómo vencer los obstáculos que plantean la pobreza y la indigencia estructural.