En 2010 en vísperas de los 200 años de la Revolución de Mayo, inicié una serie de notas en homenaje a los hombres que forjaron nuestra vitivinicultura industrial en la puerta del siglo XX. Historia que no debemos olvidar y que hay que reiterar las veces que sea necesario para que los hombres del siglo XXI, en especial los jóvenes, vean en este espejo esta actitud heroica que tuvieron estos líderes (muchos de ellos inmigrantes), que tanto hicieron por la provincia y el país.

En esta oportunidad recordaremos a dos hombres con un apellido de origen francés que hicieron patria en Pocito: Los Langlois.

Desde París a La Rinconada

Jean Emile Langlois nació en París, Francia, en 1861 y pertenecía a una familia burguesa dedicada a la orfebrería en metales preciosos y ébano. Se graduó como químico en la Universidad de París e hizo estudios comerciales superiores y realizó variadas publicaciones.

Dejó su país natal atraído por América. Trabajó como minero en Bolivia, luego pasó a Chile en un alto puesto como químico en las minas de cobre de Pajas Blancas.

La historiadora Leonor Paredes de Scarso explica en un escrito referido a Langlois, que Emile cruzó la cordillera de los Andes ocho veces, con todas las dificultades que suponía hacer la travesía en aquellas épocas. Por motivos de salud, se le aconsejó un cambio de clima y de esa manera llegó a nuestras tierras.

En San Juan, adquirió tierras en calle 13, Pocito, donde empezó las tareas como viñatero. Aplicó los conocimientos científicos que poseía. En uno de sus viajes a Europa adquirió las estacas de vides Malbec y Syrah,

entre otras. Venían en cajones convenientemente acondicionados, que él controlaba en el largo viaje.

Al llegar a Buenos Aires, la Aduana detuvo la preciosa carga y don Emilio ante la burocracia, que todo dificulta, y al ver que las estacas estaban perdiendo vigor, se las llevó igual sin el permiso correspondiente. Las plantó en la propiedad adquirida con todo éxito. Aquí en español pasó a llamarse ‘Don Emilio’. Fundó en 1896 el Establecimiento Modelo de Pocito Emilio Langlois. El cultivo del Syrah lo abandona luego, siendo retomado y el gran difusor fue su hijo Francis que lo sucedió, fundando Vivero de Vides Americanas ‘Las Piedritas’, siendo director técnico Boris Musazade con ventas de injertos y barbechos de vides americanas. Al parecer las compras eran muchas, por lo que se solicitaba hacer los pedidos con anticipación.

La filoxera

Emilio tuvo pasión por investigar. Así lo vemos en los diferentes viajes realizados a Europa visitando los principales viveros experimentales de vides y las consultas a revistas especializadas.

En un viaje a Francia dice él mismo: ‘Traje de Europa varios números y completé mi colección con las estacas adquiridas en la Chacra Experimental de Alto de Sierra’.

Pero su fuerte fue la lucha contra la plaga de la filoxera. En 1937 realiza un informe que dirige al Ministerio de Agricultura de la Nación. Revela Paredes de Scarso que este informe es una fuente historiográfica, donde cuenta las penurias sufridas por políticas equivocadas y lo solo que se sintió. Detalla los híbridos productores directos tintos y blancos, los sistemas de injerto que había ensayado, los injertos sobre mesa en cámara de forzadura y las viníferas injertadas sobre pie americano, algunas con éxito, otras no. En sus plantas madres experimentó Malbec sobre Rupestris du Lot, Alicante Bouschet 3309, Saint Jeannet sobre Rupestris du Lot y Sultanina sobre Rupestres du Lot, y otras tantas combinaciones. Todos ensayos que emprendió en 1929, practicando el injerto sobre mesa, en cámara de forzadura para reponer las manchas filoxeradas de sus viñedos sobre pie franco. También plantó las variedades Alfonso Lavalle, Madelaine, Mouvedre y Aramon.

Las Piedritas

A la bodega la llamó ‘Las Piedritas’ y desde 1896 la producción de vinos fue creciendo en cantidad y calidad. Tuvieron mercado especialmente en Buenos Aires y en el Litoral. Gozaron de una justa fama, con una producción de 20.000 cascos y viñedos propios. Ganaron premios con medalla de oro en San Francisco en 1915 y diplomas de Honor en Río de Janeiro en 1923 y Argentina en 1924. Tenía también una destilería de alcohol. Esta instalación de difusores para el agotamiento de los orujos y rectificación de flemas era una aplicación absolutamente francesa en materiales y procedimientos.

Tuvo 8 hijos, pero en su labor vitivinícola lo siguió su hijo Francis Pablo que nació en 1907 y falleció en 1991. Don Francis, un hombre autodidacta y culto, retomó el cultivo del Syrah por el año 1960. Nadie en San Juan las cultivaba. Llegó a tener más de 10 hectáreas de las 27 que había en 1990. De su finca salieron las estacas que dieron origen a los nuevos viñedos de Syrah en la década del 90 y los primeros vinos premiados de esta uva de prestigiosas bodegas tienen la genética de las ‘plantas madres’ de los Langlois. Por este boom del Syrah muchas empresas ingresaron nuevas plantas desde Francia. Hoy San Juan tiene más de 3.500 hectáreas de este noble cepaje, convirtiéndose así en la principal uva tinta cultivada en la provincia. Sin duda un descubrimiento de las bondades de esta uva que los Langlois ya intuían. Por ello nuestro más sincero homenaje.