"Los 33 mineros fuimos líderes”, dijo conmovido uno de los rescatados más conciliadores y más congruentes del grupo humano que emergió del fondo de la tierra en Chile la semana pasada. Salió al cruce así, con tranquilidad, espíritu sereno y nobleza, las múltiples versiones sobre disidencias que se dieron en la situación límite que les tocó vivir durante 70 días enterrados vivos.
El hombre es un ser conflictivo por naturaleza, tiene problemas consigo mismo y enfrentamientos con otros. Su naturaleza es compleja y contradictoria, aun más en las tareas que exigen enormes esfuerzos de adaptación, integración y asimilación al medio, a la tarea y a los hombres. Si en ambientes laborales normales el conflicto es moneda cotidiana, en ese puñado de seres luchando por vivir es lógico y hasta comprensible que haya habido polémicas y disensos, pues tenían que enfrentar el drama de la vida o de la muerte.
La práctica habitual de las relaciones humanas nos habla de los tipos de líderes, y quienes hacemos de esa disciplina una ciencia pensamos que el líder siempre es elegido por la mayoría. aunque también habrá uno o varios que conformen una minoría que piense distinto y actué de manera diferente, porque lograr consenso y unanimidad en la diversidad es difícil.
El liderazgo depende de la capacidad superior del líder y es quien posee mando y autoridad porque así se lo confieren sus compañeros. El papel de líder, conductor, guía es estratégico y por lo tanto planifica, medita largamente las acciones y en momentos de urgencia toma la determinación clave. Asume la responsabilidad y se sensibiliza sin perder el ánimo. El líder debe poseer cualidades físicas, intelectuales y espirituales especiales y eso algunos tratadistas lo denominan "carisma”.
Otros enfoques más dinámicos centran la conceptualización entre los líderes y los seguidores particularmente en la satisfacción de las necesidades, es decir, de lo prioritario.
Es un hombre dotado de una intuición singular para marcar objetivos, propósitos y metas en corto, mediano y largo plazo.
El líder no nace de la nada, si del respeto de muchos, lo que no quiere decir una totalidad porque siempre habrá una parte que se fragmente en el conjunto social.
El líder maneja por medios persuasivos a quienes adhieren a sus órdenes, que en lo posible deben ser justas y equilibradas.
Hay que distinguir la figura del líder de la del jefe que vigila, controla, ordena pero es impuesto por los dueños de la organización; es una posición asociada a roles específicos.
El líder libera energías latentes, recibe aportes e ideas, estimula, motiva, inspira, emerge del grupo.
El cabecilla surge en momentos críticos de excesiva emoción y perturbación (rebelión, protestas).
El caudillo etimológicamente deriva del latín, "cauda”, "cola”. Se impone por la fuerza, se mueve por intereses personales, esta siempre detrás de los movimientos y envía a los demás a enfrentar los problemas. Es importante recordar que no se debe confundir dicho término con el que la Historia le asigna a determinadas figuras.
De esto podemos deducir que el verdadero líder tiene sagacidad, inteligencia verbal y simbólica, iniciativa, aptitud supervisora, auto seguridad, nivel profesional, idoneidad y experiencia.
En la mina San José, campamento Esperanza en Chile, hubo un líder, hubo un jefe, hubo un cabecilla y también un caudillo pero además hubo una fuerza interior que los unió en medio de la adversidad y una energía trascendente que iluminó la caverna para llevarlos en vuelo hacia la historia: Dios.
