José tiene 5 años y sus pies no llegaban a tocar el piso cuando estaba sobre su flamante bicicleta. Como para que quedara claro cuál es su pasión futbolera, llevaba puesta una camiseta de Boca. Su papá, Daniel Cuadros, lo ayudó con los últimos detalles. Le colocó los anteojos y le dio las últimas indicaciones. El niño esperaba ansioso el aviso de largada. Mientras, su padre empezaba a entrar en clima. El niño participó del Mini Desafío Ischigualasto, ayer, en San Agustín de Valle Fértil. Mientras que su padre lo hará hoy, con Luna llena, en el parque Ischigualasto.
Este es el tercer año consecutivo que en el Valle se lleva a cabo la carrera aventura denominada Desafío Ischigualasto. Pero esta vez tuvo un agregado especial: la participación de los niños el sábado. La carrera de los más chicos fue en el río San Agustín. Un circuito lleno de dificultades, sobre todo para los principiantes. Los pequeños bikers no estaban solos. La mayoría eran hijos de los competidores de la carrera central. Justamente la idea de hacer una competencia infantil surgió porque esta es una disciplina que convoca a cada vez más familias.
Candela, de apenas 3 años, tampoco se perdió la carrera. La nena, oriunda del Valle, llegó al río con su bici naranja, a la que todavía no se animó a sacarle las rueditas, y pedaleó a la par de los muchachos. La carrera comenzó a las 16 y tuvo tres circuitos, cuya complejidad estuvo adecuada a la edad de los corredores. Pero todos tuvieron un condimento en común: un recorrido difícil, en el que tuvieron que atravesar el río en más de una oportunidad. Los más osados lo hicieron arriba de la bici, pero muchos optaron por atravesarlo caminando.
Y aunque fue difícil atravesar los brazos del río, el agua se transformó en una bendición porque el Sol pegó fuerte durante toda la siesta. El cielo despejado fue buen panorama para los mayores que ya esperaban entusiasmados la carrera a la luz de la Luna. Muchos de los niños que pedalearon ayer llegaron desde Mendoza. Aunque los locales se hicieron sentir. Fueron los primeros en llegar al río y recorrieron el lugar, que conocían como la palma de la mano. Los más valientes hasta se atrevieron a realizar piruetas en las bicis.
La idea de realizar la carrera infantil tuvo que ver con hacer que la gente permanezca más días en la villa cabecera de Valle Fértil. Lo mismo ocurre con el Desafío Cuesta del Viento, que se realiza todos los años en noviembre, en la localidad de Rodeo, Iglesia. Los organizadores se llevaron una grata sorpresa al ver la respuesta de la gente. Es que en el río no sólo estaban los que iban a competir. Hubo gente que se llevó la reposera y el mate para ver un espectáculo que pocas veces ocurre en el departamento.
