Juan Illanes, hizo de vocero ayer de los 33 mineros rescatados en Chile después de 70 días bajo tierra, para enfrentar a la prensa y pedirle a los medios de comunicación "terminar con el acoso" mediático lo que ratifica el pacto para guardarse, al menos por un tiempo, el horror del encierro.
"Pido respeto y que nos dejen el espacio suficiente para aprender cómo enfrentarnos a ustedes", afirmó Illanes en la primera conferencia de prensa que ofrece uno de los 33 trabajadores que fueron rescatados entre la noche del martes y todo el miércoles.
Desde que un derrumbe sacudió las profundidades del yacimiento San José el 5 de agosto, los mineros pasaron más de dos semanas incomunicados y racionando pequeñas porciones de pescado y agua a 700 metros bajo tierra.
Un pacto de silencio sella lo peor de ese período. "Todos los momentos que vivimos allá abajo fueron bien
complicados, sobre todo los primeros 17 días, pero no puedo referirme más a eso", dijo el minero Yonni Barrios.
Por su parte, Mario Gómez, al ser consultado insistentemente por los periodistas sobre los problemas en las profundidades de la mina, dijo escuetamente: "De eso no vamos a hablar".
Después de 17 días desde que ocurrió el accidente, el mundo supo que los 33 estaban vivos cuando una sonda dio con el sitio en que se cobijaban en las húmedas y oscuras entrañas de la mina.
Los mineros recuperaron entonces la esperanza de ser rescatados y se mantuvieron en contacto con la superficie a través de un "cordón umbilical" que les llevó comida, juegos, medicinas y cartas de sus familias.
Víctor Segovia, quien en la profundidad escribía lo que ocurría en la mina, dio señales acerca de lo traumático de la experiencia.
"Lo bueno de afuera es que si uno tiene pesadillas y se despierta, se da cuenta que está afuera, pero adentro uno tenía sueño y despertaba en la pesadilla", apuntó Segovia, quien era conocido como el escritor de la mina entre sus compañeros, en una entrevista con Reuters Televisión.
Segovia, reconoció que igual había problemas como en toda familia, mucho tiempo juntos, empiezan los problemas, peleas, pero nada grave", señaló.
El viernes, los familiares de Ariel Ticona, quien vio el parto de su hija Esperanza bajo tierra, lo recibieron con papel picado, aplausos y una fiesta en su casa.
A pocas cuadras, la escena se repetía en la vivienda de Gómez, de 63 años, el más veterano del grupo y quien envió una carta romántica a su mujer cuando se supo que estaban con vida.
"La verdad es que a uno tiene que pasarle algo en la vida para reconocer y recapacitar (…) y ahí quise expresarle todo mi sentimiento a mi señora", confesó.
Sin embargo, Gómez, al igual que sus compañeros, no quiere dar detalles de lo que vivió bajo tierra.
"Va a llegar un momento en que se va a saber todo pero hay que tener paciencia y hay que esperar", apuntó.
Segovia y Gómez han dicho que quieren subir a la mina hoy, cuando se celebraría una ceremonia religiosa en honor a los sobrevivientes.
Pero otros como Ticona, de 29 años, han dicho que no, que aún es muy pronto para retornar al lugar donde vivieron una de las historias de supervivencia más impactantes de los últimos tiempos.
"En este momento lo veo difícil subir a la mina", señaló Ticona con uno de sus hijos en brazos y ante una multitud de periodistas, mientras su familia lo esperaba con papel picado, gritos, carteles y su comida favorita.
Sin embargo, no descartó una visita en el futuro próximo.
