En la década de 1980, el Valle de la Luna tenía otras geoformas que por entonces eran muy conocidas porque se difundían a través de promoción turística y porque se emitían entre las imágenes fijas en las tandas publicitarias de un canal de televisión. Una era El Loro y la otra La Lámpara de Aladino, que ya no existen pues al igual que una parte del Submarino, el equilibrio que mantenía a las rocas fue roto.

La primera en caer fue El Loro. Sucedió en 1983 y por entonces se lo atribuyó a las vibraciones que generaba la maquinaria que abría un camino, la Ruta 150; y al accionar de unos turistas. Pero lo cierto es que el paleontólogo Ricardo Martínez expresó que se debió al desgaste de las rocas que sostenían a la geoforma superior.

Por su parte, en 1989 le tocó el turno a La Lámpara de Aladino. También por entonces generó gran conmoción porque era una de las imágenes más conocidas de Ischigualasto y que la gente elegía para tomarse fotografías. Fue en diciembre de 1989 cuando la “lámpara” se vino abajo. El derrumbe fue atribuido a un sismo, que al igual que en los casos anteriores alteró el delicado equilibrio.