Según la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya, la declaración unilateral de independencia de Kosovo de febrero de 2008 no violó el derecho internacional. Varias regiones del mundo aguardaban con gran interés esta sentencia, ya que con sus matices, las repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Absajia; la región de Nagorno-Karabaj, también en el Cáucaso; los vascos en España, y hasta la población de las Malvinas, entre otras, podrían mirarse en el espejo de Kosovo.

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton festejó la noticia y llamó a los países que aún no reconocieron a la autoproclamada República de Kosovo -como Argentina-, a hacerlo. Sólo 69 países han aceptado la independencia unilateral de los albanokosovares, en tanto la Unión Europea llamó al diálogo entre las partes. Aunque no es vinculante, el procedimiento consultivo que 10 de los 14 jueces del máximo órgano judicial de la ONU avalaron dar un fuerte espaldarazo a la decisión unilateral de la mayoría albanesa de la ex provincia autónoma, que Serbia, poder central de la ex Yugoslavia, considera parte sagrada de su territorio.

La Corte afirmó que la declaración de independencia albanokosovar no había violado la ley internacional, ni la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual había establecido una administración provisoria bajo mandato de la ONU para apaciguar la situación de Kosovo sobre el final del brutal régimen del serbio Slobodan Milosevic, tras la guerra de los Balcanes.

Siguiendo las mismas opiniones que tuvieron los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando la OTAN bombardeó la ex Yugoslavia, los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia favorecieron la independencia de los albanokosovares. Rusia y China se opusieron. La CIJ tiene razón al considerar que una declaración de independencia es un acto político que no vulnera la legalidad.

La Corte simplemente se limita a reconocer una realidad, y es que los procesos de independencia triunfan o fracasan en función de los intereses de los miembros más poderosos de la comunidad internacional, y no en base al derecho. Por eso, Lituania posee una banca en la ONU y al ser aceptado plenamente como Estado soberano, mientras que a Taiwan apenas lo reconocen una veintena de pequeños países.