Hasta el 30 de julio pasado poco repercutía en los medios la situación de Casas Viejas, un remoto paraje del departamento Caucete donde viven familias carentes de agua potable, energía eléctrica, gas y ni siquiera tienen un camino que los comunique con el resto de la provincia. Sólo la movilización de la mitad de los pobladores para llegar a nuestra ciudad, y plantear sus necesidades imperiosas, puso al poblado en la consideración pública, con el agravante de que una veintena de chicos no recibe educación desde hace más de un año.

El poblado, junto al cerro Pie de Palo y cercano a Bermejo, es un caso testigo de otros lugares olvidados donde sobreviven pobladores aferrados a la tierra de sus ancestros, como todos habitantes de los puestos extendidos en la geografía sanjuanina. En Casas Viejas vegeta casi una decena de familias carentes de servicios básicos incluyendo el de la educación, una función inalienable del Estado como derecho constitucional. Pero los veinte chicos en edad escolar de Casas Viejas no tienen clase desde el año pasado, cuando el único docente instalado allí abandonó su tarea (la desarrollada en una casa de familia) y las autoridades educativas al parecer nunca se enteraron.

La ONG "Juntos x Vos" se hizo cargo de la demanda y consiguió un colectivo para trasladar a nuestra ciudad a los pobladores que entregaron un petitorio en el Ministerio de Educación y otro a Cámara de Diputados. No fue fácil viajar, primero debieron recorrer una tortuosa huella de 40 kilómetros a lomo de mula, hacia Bermejo, donde los esperaba la movilidad. Contrariamente a lo que se pueda suponer, Casas Viejas es un paraíso junto a la serranía donde podría desarrollarse el turismo y otros emprendimientos productivos.

El extenuante viaje de los pobladores aislados no fue en vano. Les prometieron un camino de acceso de 33 kilómetros, instalar un módulo de aula satélite y un docente para dictar clases, para evitar un éxodo traumático de gente que no quiere que sus hijos sean analfabetos. Es de esperar que la respuesta oficial se cumpla con la urgencia de un reclamo planteado por la supervivencia.

Al conocer el drama de Casas Viejas surge el interrogante sobre una inclusión social que se pregona como premisa política, pero, evidentemente, no llega a todos los necesitados.