La contaminación acústica es un grave problema medioambiental, debido a las frecuencias emitidas y el tiempo de exposición al que está sometido el hombre en sus actividades habituales o indirectamente alcanzado por los ruidos del desarrollo, desde las plantas fabriles, el transporte, hasta la recreación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera los 50 decibeles como el límite superior deseable, aunque una conversación normal oscile entre los 50 y 60 dB en una calle de mucho tránsito donde se registran 70 decibeles. Esto altera los hábitos, caso del sueño, el descanso y la relajación, o genera predisposiciones que facilitan enfermedades auditivas, de tipo nervioso y cardiovascular, según los especialistas.

Pero si son preocupantes los excesos de ruidos de la vida moderna, mucho más grave es el mal uso de los reproductores portátiles de música del tipo MP3 o iPod, generalizados en la juventud: el sonido va directamente al interior del oído y con volumen y tiempo de exposición excesivos. Los chicos, por la comodidad de los aparatos, los emplean en mayor parte de sus actividades, con el agravante que para aislar ruidos exteriores, aumentan el sonido que perciben por los auriculares. La OMS, recomienda de 2 a 3 horas diarias y, por el contrario, bajar la intensidad del ruido de manera de permitir escuchar los sonidos de afuera, en particular del tránsito.

Según el Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata, una de cada cuatro personas padecerá una pérdida de audición en 2050, la cuarta parte por el uso de los reproductores a niveles dañinos. Ya los problemas auditivos son muy comunes en la juventud: el 70% de padece tinnitus o acúfenos, que consiste en sufrir zumbidos, pitidos o silbidos en los oídos.

En consecuencia, si las costumbres no se modifican, en especial entre los jóvenes, la hipoacusia y la pérdida de audición aguda será una pandemia en un futuro no muy lejano, advierten los especialistas, por lo es de fundamental importancia la educación y la concientización entre los jóvenes. Se debe inculcar, y convencerlos, de que vale la pena bajar un poco el volumen en estos aparatos, aunque parezca muy lejana la posibilidad de padecer una pérdida de audición. Por su parte la industria está haciendo lo suyo, reemplazando los auriculares internos por los de uso externo, menos agresivos.