Hace 29 años perdió a su hijo, 5 después de haber sobrevivido en Malvinas. De él sólo le quedó un rosario que llevó consigo durante la batalla y otro más grande, de madera, que estaba colgado en la cabecera de la cama del muchacho. A pesar de ese lazo invisible que une a esa madre con la memoria de su hijo, no dudó en entregárselos a los excombatientes para que los coloquen en el Cementerio Darwin, en Malvinas. Para esta madre esto significará que su hijo quede donde él hubiese querido estar. Al igual que ella, muchos sanjuaninos se desprendieron de rosarios, cada uno con su historia, para que sean depositados en uno de los cementerios más australes del mundo. Y esa es la misión que tiene el contingente compuesto por 25 excombatientes que volvieron a las islas por primera vez luego del conflicto de 1982.

La gran campaña de recolección de rosarios se inició en el programa radial Café Malvinas, conducido por los excombatientes Jorge Arroyo Víctor Sierra, una semana antes de la partida. Pero desde la Agrupación 2 de Abril también aportaron lo suyo. Uno de los rosarios más interesantes fue el bendecido por el papa Francisco. Ese quedó en la cruz principal.

Cada rosario que quedó en Malvinas tiene su historia. Por ejemplo, Elvira de Silva los hizo con sus propias manos y hasta hubo familias enteras que se reunieron para confeccionar las cuentas. Todo quedó en Malvinas. Por cada cruz hubo al menos 6 rosarios de distintos materiales, colores y procedencias. Un ritual que acercó un poco más a los que están debajo de esta tierra austral.