La gruta de San Pedro y San Pablo no está en las condiciones que todos esperan. El lugar permanece entre rejas y cerrado con candado por la inseguridad. Las imágenes están en una caja de vidrio, con forma de triángulo, rodeadas de flores artificiales. Los canteros, que están casi pelados, son usados como banquitos y las inmediaciones de la gruta en algunos casos pasan a ser el baño público de algunos transeúntes. Igual estas adversidades no pueden doblegar a una comunidad que celebra con gran entusiasmo a estos dos santos. La fogata, que se repite año tras año y cada vez es más convocante, dura prendida toda una noche y según los vecinos requiere de mucho trabajo previo para realizarla.

"Es impresionante la cantidad de gente que viene para la fiesta. Sin dudas el plato fuerte es la fogata donde participan todas las familias", contó Rosa Arias, la coordinadora de la comunidad.

La grutita, que fue construida hace más de 15 años por Argentina Vargas y Luis Rodríguez en un terreno que donó la familia Baistrocchi a las puertas de la Finca El Ombú, es pequeña y está a la orilla de una canaleta.

Las imágenes de San Pedro y San Pablo fueron compradas con el aporte de los vecinos y están entre las más visitadas en La Bebida, Rivadavia. El reclinatorio de cuero negro, que perdura intacto desde el primer día, es testigo fiel de cada una de las personas que pasaron por el lugar para pedir o agradecer algún bien recibido.

El pequeño oratorio, que lleva el nombre de dos apóstoles de Jesús, forma parte de un circuito de 19 grutas que hay en La Bebida y que dependen de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Andacollo.