Los viñateros empiezan a padecer en carne propia los pronósticos que auguraban un año con escasa agua pero al que también se le suma que Hidráulica está enviando menos agua por los canales que lo acordado el 4 de septiembre pasado (ver aparte). DIARIO DE CUYO recorrió 10 fincas ubicadas en los departamentos de Angaco, Caucete, 25 de Mayo, Rawson, 9 de Julio, Chimbas y San Martín y pudo constatar cómo los productores se las tienen que arreglar para regar sus tierras, con el agregado que ya empiezan a evidenciar cepas con racimos chicos -menos volumen para vender, que se traduce en menos ganancia- e incluso parcelas que deben abandonarse por la falta de agua.
Los que tienen dinero, construyeron o reacondicionaron viejos pozos de agua en tiempo récord y los que no tienen esa posibilidad, aplican "tácticas caseras" para no perder la producción, como por ejemplo regar melga por medio o arar la tierra no tan profundo -tratando de no sacar toda la maleza de entre las parras- y así se mantiene por mayor tiempo la humedad.
"Nos estamos dando vuelta como podemos para seguir adelante", explican en las fincas que se visitaron. La "seca" realidad ha puesto contra las cuerdas a los viñateros, y ante esta coyuntura es donde se observan las diferencias entre los que pueden hacer frente a inversiones para optimizar el agua y aquellos que apenas se las "rebuscan" esta temporada para "zafar" y aprietan los dientes para que la próxima sea mejor.
"El turno que debe ser de 48 horas termina siendo de 44 horas y para colmo viene muy poca agua en los canales y uno lo ve en las compuertas. Yo lo que hago es primero regar esta parcela -señala un cuadro con viñedos- y en el otro turno (en dos días) riego la otra parte. De otra manera no puedo regar todo de una sola vez, no me alcanza". Y agregó, "usted ve ésto -señala una cepa-, bueno ésto de a poco se está secando, es una verdadera lástima. Yo hoy no puedo sacar del bolsillo un montón de plata y poner un sistema de riego por goteo o hacer un pozo de un día para otro", explicó Miguel Quiroga, encargado de una finca ubicada en calle La Plata antes de Ruta 20, Caucete, que invitó al equipo de este diario a recorrer el viñedo para observar el impacto que tiene la escasez de agua en las cepas.
En algunos casos, el efecto de la escasez hídrica en las vides se ve desde la misma ruta, como por ejemplo en un cuadro con uva que está por ruta 155, en el límite entre Rawson y 9 de Julio, donde literalmente abandonaron una parte del viñedo y lo dejaron secar.
Apelar a los pozos
Los finqueros juegan a dos puntas para tener agua: por un lado mantienen la concesión que tienen con el Departamento de Hidráulica y al mismo tiempo hacen perforaciones para sacar agua de las napas freáticas. Esta última alternativa impacta doblemente en el bolsillo de los productores, porque además de la inversión inicial para comprar bombas de extracción y realizar la excavación -algunos los reacondicionan solamente-, deben afrontar el gasto que genera la puesta en marcha del equipo, que por lo general ya los viñateros prefieren que sea eléctrico y no a gasoil como era antiguamente.
"Acá teníamos un pozo que hacía por lo menos 15 años que no usábamos pero hace unos meses el patrón decidió ponerlo en marcha porque se veía venir la falta de agua y compró todo nuevo para hacerlo. Se imagina, teníamos aquel viejo armatoste -señala un motor gigante- que ya no funcionaba, así que hubo que poner completo el equipo para que ande el sistema", dijo Juan Olivares, empleado de una finca del departamento San Martín, propiedad de la familia Pasandini. La excavación en esta propiedad debió ser de unos 40 metros para garantizar un buen volumen de agua. Pero la apuesta no quedó ahí y están completando la colocación del sistema de riego por goteo, que según dichos de Olivares, con 16 horas de agua corriendo por las mangueras se riegan unas 10 hectáreas.
Justo al lado de la finca de los Pasandini, vive Eduardo Donisi, quien con muchos menos recursos que su vecino, sólo apuesta a cuidar el agua. "Yo tengo una propiedad chica y lo que hago es controlar el agua al máximo y no desperdiciar nada, así riego toda la finquita", contó Eduardo.
Otro caso testigo es el que contó Norma González, encargada de una propiedad de Medano de Oro -Abraham Tapia antes de calle 5-, quien dijo que "acá reacondicionaron el pozo de agua que hacía como tres años que no andaba y en vez de tenerlo a gasoil, que era muy caro, le pusieron ahora corriente y así están llegando con el agua".
En la zona productiva de Chimbas, también están viviendo con preocupación la crisis hídrica por la que atraviesa la provincia. José Battalemi, que tiene viñedos en 9 de Julio y El Mogote, contó la situación por la que pasa. "Acá -por 9 de Julio- tengo un pozo y me doy vuelta para llegar con agua a toda la finca pero en la de El Mogote, tengo agua cada tres días cuando el año pasado era turno completo para esa finca y como ahí riego a manto la cuestión es muy grave. Ya no se que hacer", se lamentó.
José Céspedes, encargado de una finca en calle Aguilera s/n de la Vº Sefair, Angaco, asegura que sus patrones dieron en la tecla con la perforación que hicieron hace 4 meses: los 45 metros de profundidad que tiene el pozo, más el agua del canal, le permite cumplir con el riego de las 12 hectáreas que tiene con sistema por goteo y otras 12 hectáreas que riega a manto. "Mire estos racimos, son de Flein -variedad utilizada para pasas- vienen muy bien de tamaño. Apenas vieron los patrones que se venía un verano complicado llamaron a un vecino que hace pozos y lo hicieron rápido. De otra manera estos racimos no se habrían dado así".
Diciembre será clave
Los viñateros consideran que las consecuencias de la falta de agua se pueden agudizar en diciembre y parte de enero, porque es la época donde la planta necesita agua para el "engorde" de la uva. "El problema más grave y que más nos va a perjudicar a nosotros los viñateros, es que vamos a terminar cosechando racimos de uva flacos, que en la balanza nos va a quitar rinde, peso y plata. Vamos a tener volúmenes bajísimos y si no contamos con agua suficiente como para regar se nos va a complicar", contó Pablo Nollén, propietario de un viñedo en 9 de Julio.
Sin embargo y a pesar de esta realidad, es muy probable que no se termine notando al final de la temporada la merma y se termine compensando, porque hasta el momento el clima viene siendo benévolo con la producción -salvo alguna preocupación por la sanidad de las plantas- y no ha provocado prácticamente mermas en lo que va del año vitivinícola.
