-¿Cómo fue el día viernes con la situación que quedaron marginados cuatro compañeros?
-Fue el día más triste desde que estamos preparándonos. Después del asado llegó el momento en que José (Martinazzo) nos dijera quiénes eran los cuatro que no seguirían.
-¿Pensaste que podías quedar afuera?
-El jueves me junté con Carlitos Ortis y el Turco Kenan a cenar, y más allá de que uno se tiene mucha confianza, por dentro un poco le recorre el miedo de poder quedar afuera.
-¿Siempre el mismo look?
-Siempre. Me corto el pelo desde chico en el mismo lugar y haciéndome un desmechado largo. Cuando estoy en España no dejo que me corten el pelo, sino que me lo rebajo yo solo. El tema es que ahora cada vez tengo menos pelo.
-¿Estás preocupado por eso?
-Bastante, me da miedo quedar pelado. En la familia hay varios pelados, como mi viejo, así que no hay buen pronóstico.
-¿En que notás que cambiaste del Mundial pasado a este?
-En que en ese momento había jugado en clubes que buscaban zafar del descenso y ahora llego después de jugar en equipos como el Follónica y Vic que, igual que la selección, apuntan a ser campeones en todo lo que juegan.
-¿Cómo fue el comienzo del noviazgo con Leticia Corrales (NR: es hockista del Arenys de Munt de España e integra la Selección argentina?
-Pese a que su casa queda a cinco minutos de la mía, recién la conocí en España. Fui a pasar Navidad en el 2008 junto a Matías Platero, que estaba en Reus. Para ser más sanjuaninos, también fue ella y otras chicas que juegan allá. Esa noche, creo que Leticia no me dijo ni hola. Después, con el tiempo y al conocernos se dio el noviazgo.
-¿Cuál es tu fuerte en la convivencia?
-El cocinar.
-¿Y la parte que flaquea?
-El orden y un poco la limpieza.
-¿A qué rival te impactó enfrentar?
-A Carlitos López, que siempre fue mi ídolo y que lo conocí cuando yo era chico y estaba en la UVT. Recuerdo que llegué a España el 2 de enero del 2008 y el 5 me tocó jugar en la cancha de Barcelona contra él. Era como que no estaba en la cancha, miraba las tribunas, parecía atontado.
-¿Dónde y a qué edad arrancaste como jugador?
-A los 3 años en Barrio Rivadavia, me llevó mi abuelo Carlos Ordóñez. Pero a los cinco años ya me fui con mis hermanos a la UVT.
-¿El primer stick que recordás?
-En una gira que hicimos con Hispano por Europa, justo cuando me fui de la UVT. Fuimos a La Coruña y me encontré con Carlos López que estaba en el Liceo. Me llevó a su casa y me regaló un stick Reno, que era algo re groso en ese momento.
-Contame la historia de tu abuelo quinielero y vos que le hacías las boletas en el negocio.
-(sonríe) Tenía una quiniela detrás de casa y yo le ayudaba en las tardes en el negocio. Es el mismo abuelo que me llevó al Barrio Rivadavia.
-¿Saliste timbero?
-Sí. Los domingos y miércoles le doy los seis números a mi abuelo para que juegue al Quini 6. Mi preferido es el cinco.
-¿En qué invertiste el primer dinero lindo que ganaste?
-Para mí ganar 300 pesos en el Banco Hispano era muchísimo. Recuerdo que teníamos que ir a buscar auspiciantes para la publicidad en las latas de la cancha. Esa plata me la gastaba en ropa.
-Entre el pelo, la pilcha, ¿veo que el look es algo importante para vos?
-Sí. Me gusta vestirme bien y de manera formal. El Turco (Kenan) fue un mes a España para prepararse y se me burlaba por la forma de vestirme. Cambié mucho en ese sentido desde que me fui. En Italia te marcan que la imagen es importante.
-¿Está tan dura la mano en España como dicen?
-Sí, es cierto. Además, otro punto clave es que ellos no están acostumbrados a esta clase de crisis. Antes de venirme para acá llegaron a un 20% de desocupación. Además, hay mucho recorte en los sueldos.
-¿Y en el hockey eso impacta?
-No en el Vic, pero sí en otros clubes donde el principal sponsor era una constructora, que es justamente la clase de empresas que más quebraron.
-La última, ¿el epitafio que debería decir?
-El nombre, nada más. No Luquitas, sino Lucas Ordóñez. Lo que sí, adentro del cajón me llevaría un stick. Porque la mayoría de las alegrías en esta vida me las ha dado el hockey.
