La señal que trajo un poco de paz en la vida de Violeta Robledo sucedió a las 15.06 del 26 de enero pasado cuando en medio de un ataque de llanto por la muerte del cuarto de sus siete hijos en un accidente aún impune, tomó su celular y le sacó una foto a una imagen de “Jesús Misericordioso”. Al ver la foto, la mujer sufrió un shock que cortó sus lágrimas y le dibujó una sonrisa en sus labios: parada atrás, al costado derecho de Jesús, Violeta -dijo- reconoció la inconfundible silueta de José María Cappes, su hijo de 22 años a quien un automovilista mató y se fugó (buscan un auto blanco, Fiat o Renault) cuando regresaba de un cumpleaños con dos amigos la madrugada del 9 de julio de 2011 en calle General Acha, al Sur de Tamberías, Rawson.
Según la mujer, aquella señal “divina” de su hijo es la que ahora le da a su familia un empuje extra a la hora de buscar justicia.
A José María le decían “Baba”, era mecánico, pero eso no le impedía hacer de carpintero, chapista, pintor o albañil para mejorar su casa. Según Robledo, siempre mediaba en cualquier conflicto y su partida afectó al núcleo familiar: Violeta dejó su casa de Santa Lucía y se fue a vivir con su hijo mayor y su hija menor a la casa de José María en el Bº Los Lagares, Rawson. Y su ex marido se quedó en Santa Lucía con el resto de los chicos. Otro problema que trajo la muerte del joven fue que la mujer se sumergió en una tremenda angustia y eso afectó de sobremanera a sus dos hijos menores. “Me pongo mal los viernes y los sábados, los odio. Escucho una sirena y se me caen las lágrimas. A veces lloro de la nada y es inevitable que mis hijos me escuchen. Trato de ser fuerte por ellos, pero es muy difícil. El año pasado la nena casi repitió y este año no creo que tenga esa suerte porque se lleva todas las materias. Y el más chico de los varones empezó a ir a una psicopedagoga”, comentó entre lágrimas Violeta.
Pero a pesar del dolor y los problemas, la mujer tuvo que dejar de lado su timidez y de a poco se transformó en la cara visible de la lucha contra el crimen impune de su hijo. De hacer las tareas del hogar pasó a hablar en los medios, a golpear puertas de funcionarios, a ir todos los viernes de 10 a 13 con alguno de sus chicos al edificio de tribunales a colocar panfletos, pancartas y afiches con la imagen de José María pidiendo siempre lo mismo: la solidaridad de algún testigo para esclarecer el caso.
En su lucha, Violeta encontró sin sabores en su camino por justicia. “Al principio hacíamos muchas marchas que iban desde la Plaza Aberastain hasta la Plaza 25 de Mayo y algunas veces los automovilistas nos decían en la calle “vayan a trabajar”. Incluso una vez hasta me embistieron junto a mi hija. La gente no entiende nuestro dolor, lo único que buscamos es paz”, dijo la mujer.
Robledo no dejó puertas sin golpear buscando apoyo en su cruzada. Recibió la solidaridad incondicional de otros con luchas similares, la Asociación Familiares y Víctimas de la Impunidad e Inseguridad. También la ayudó el ex intendente de Santa Lucía, Aníbal Fuentes, quien les donó los carteles con el rostro de José María que se exhiben en Tribunales, comisarías y en las calles. Inclusive esos afiches han sido colocados en las provincias de Mendoza y Córdoba.
Violeta también buscó ayuda a nivel nacional: le escribió una carta a la Presidenta de la Nación y se la respondieron con algunos teléfonos de abogados, y a ese escrito lo presentó al Gobierno provincial para que aprobaran una recompensa de $100.000 para aquel que aporte datos concretos sobre el accidente. Pero a pesar de esa jugosa recompensa, que aún sigue vigente, ninguno de los cientos de llamados que recibieron fue certero. Hasta dos investigadores privados contrataron, sin éxito.
“No entiendo cómo este conductor o conductora puede seguir viviendo después de hacer esto, destruyó una familia. Tampoco entiendo cómo en una provincia tan chica no encuentren al que mató a mi hijo, tampoco entiendo cómo el Gobierno Provincial y Nacional no da los elementos suficientes a la Policía para investigar científicamente el caso como se debe”, comentó Violeta Robledo, dolida. Y agregó: “lo único que no nos hace bajar los brazos es ver esta imagen de José María con Jesús, eso nos demuestra que él está con nosotros y le rezo todos los días para que nos ayude a dar con su asesino”.
