San Telmo, el pintoresco barrio donde nació Buenos Aires que todo visitante quiere conocer, recibe en los últimos años un flujo persistente de inversiones y grandes negocios, que van reemplazando una a una sus notas de identidad, incluida su propia población.
‘Los alquileres ya son inalcanzables y cada vez hay menos negocios para comprar las cosas de todos los días. Los vecinos tradicionales emigran‘, dice Gabriel Santágata, que preside un club barrial y es uno de los que se ha mudado por esos motivos.
Santágata es testigo de demoliciones clandestinas, adoquines que van desapareciendo de las calles, negocios tradicionales reemplazados por cadenas inexpresivas y la intimidante presencia de una torre de 27 pisos a 500 metros de la Plaza Dorrego, en pleno casco histórico del barrio porteño.
Santágata señaló que en el Mercado de San Telmo, establecido en 1890, ‘ya venden desde soldaditos de plomo hasta ropa y quedan pocos puestos dedicados a los artículos de consumo cotidiano‘. ‘Esto comenzó con la irrupción de Puerto Madero y el bum del turismo después de la crisis, que provocó una fuerte valorización inmobiliaria. Las inversiones están transformando la zona como ya ocurrió con Palermo. Están haciendo San Telmo Hollywood‘, definió.
Patricia Barral, vecina del barrio, lamenta la paulatina desaparición de los anticuarios de la calle Defensa, la más importante. ‘Eran negocios en que los vecinos curioseaban, algunos compraban y vendían, y estaban muy integrados al espíritu del barrio. Pero también había, intercalados, negocios barriales, como una zapatería‘, atestiguó.
Barral dijo que en los últimos años se empezaron a ir, porque ‘la especulación inmobiliaria llevó muy alto los alquileres, y ahora proliferan los negocios de venta de ropa, que alquilan percheros a ciertos diseñadores y marcas para sus prendas‘.
Uno de los lugares donde lo popular mantiene su vitalidad es el polideportivo comunitario ‘Martina Céspedes‘, donde confluyen el club Giuffra, asociaciones que realizan trabajo social con los chicos, escuelas públicas que dan allí sus clases de Educación Física y colectivos culturales.
La desaparición de ese lugar figuró en un proyecto -frenado por las protestas- para ser reemplazado por la Feria del Sur, un emprendimiento inmobiliario que incluía un polo gastronómico, un centro comercial y negocios privados. ‘Aprobar la Feria del Sur sería un misil para el barrio‘, dijo Eduardo Tissera, que dirige la Juegoteca de San Telmo.
Afirmó además que ‘los negocios son tantos que se comen entre sí por la saturación. Hasta llegaron a poner dos cafeterías de la misma cadena en la misma cuadra‘.
Tissera remarcó que estos cambios no traen mejoras para las familias, porque ‘no echan raíces, los saca la pala inmobiliaria‘. ‘En la juegoteca se nota esa inestabilidad, porque los chicos se van encariñando y de golpe se van. Es difícil mantener los lazos que genera el barrio cuando está la permanente espada de Damocles del alquiler por las nubes‘, observó.
Mencionando destrucciones del patrimonio histórico-cultural, la vecina Patricia Barral aún lamenta la desaparición de una casa de estilo donde se edificó un hotel y la demolición de la casa del célebre arquitecto Pierre Benoit.
Fuente: Télam
