Buenos Aires, 21 de octubre.- Recién vuelta de una de las tantas iglesias a las que suele acudir para dar charlas y contar lo que vivió al lado de su pequeña, Analía Boutet habló con este medio sobre su vida junto a Luz Milagros –le dieron el alta hace más de un mes– y sobre cómo piensa celebrar este Día de la Madre, el primero al lado de la pequeña que al nacer fue dada por muerta.
"Va a ser especial, este", dijo con voz emotiva, y no es para menos. Cuando Luz nació el 3 de abril en forma prematura, al no encontrarle signos vitales los médicos la dieron por fallecida y la llevaron a la morgue, donde estuvo más de 12 horas.
Si hay un fiel ejemplo de lo que es el instinto maternal, sin dudas éste debería ser el indicado. Porque hubo algo –ese indefinible hasta irrazonable "algo"– que le hizo sentir a Analía que su pequeñita no estaba muerta, y necesitó ir junto a Fabián –su marido– para verla, tocarla y comprobar por ella misma el final que los médicos le anunciaron horas antes.
"No sentí que estaba muerta. No sentí el dolor del duelo", recordó Analía cuando respondió qué la llevó a pedir el ingreso a la morgue y ver al que hasta ese momento y para todo el hospital era el cuerpito sin vida de una niña recién nacida.
Fue entonces cuando la acarició, cuando dejó que todo su amor de madre traspasase las fronteras más impensadas. Fue entonces cuando el pequeño ser movió su dedito, y luego se sintió su corazón, ese que –habían jurado– no latía.
Analía no reconoce que fue ella quien dos veces, de alguna manera, salvó la vida de su hija. Esta primera vez en la morgue y cuando se negó rotundamente a aceptar la propuesta de muerte digna que los médicos del Hospital Italiano le habían aconsejado, pues la niña parecía no evolucionar.
Quizás esa mutua confianza hizo que ambas hicieran un pacto interno y que, entonces, la niña respondiera a los deseos de su madre y a los de un país que cada día pedía una cadena de oración por la pequeña Luz Milagros.
"Nunca pensé que yo la haya salvado de algo; de hecho, ¡ella salió de ese lugar! ¡Ella demostró que estaba acá por algo! ¡Ella luchaba por algo! Era muy contrario que, si había luchado tanto tuviera muerte digna", aseguró Analía.
"(En Buenos Aires) los médicos me dijeron que sí había otro camino, pero luego le empezaron a hacer los estudios y fue evolucionando. Estuvimos dos meses y medio" en el Hospital Italiano.
Provista de una humildad notable, Analía tiene, sobre todo, el don del perdón. Es una mujer que vive sin rencores; tanto es así que no guarda resentimiento contra los médicos que le indicaron tomar la terrible decisión: "No los culpo, porque los estudios indicaron eso".
