Al grito de ‘fuera Dilma‘, numerosos ciudadanos vestidos de verde o amarillo en su mayoría recorrieron este domingo algunos de los puntos más emblemáticos del país, portando pancartas que pedían la destitución de la jefa de Estado brasileña.
En la capital del gigante sudamericano, Brasilia, unas cinco mil personas, según estimaciones de la Policía, recorrieron la Explanada de los Ministerios hasta llegar frente al Congreso, donde se concentraron para hacer oír sus demandas.
Pese a que los actos de protesta habían sido convocados por grupos sociales ajenos a partidos políticos, como ‘Vem pra Rua‘ o ‘Movimento Brasil Livre‘, figuras de este ámbito, como el diputado derechista Jair Bolsonaro, también se acercaron para exigir el final del mandato de Rousseff.
En la capital fluminense llegó a darse un conato de violencia cuando diversos seguidores del Partido de los Trabajadores (PT), que habían acudido a apoyar al Gobierno, confrontaron a los manifestantes; sin embargo, la Policía evitó que se produjera un altercado.
En Sao Paulo dos grandes muñecos inflables, que parodiaban a una Dilma Rousseff enmascarada cual bandida y al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva vestido de presidiario, hicieron las delicias de los manifestantes.
Las protestas que se produjeron ayer por todo el país no contaron con el masivo apoyo de las que se produjeron en abril y agosto pasados, cuando millones de personas salieron a las calles para protestar por la corrupción y la crisis económica del país.
Las protestas de ayer fueron también el reflejo de una parte de la sociedad brasileña que anhela un cambio político en el país, como mostró una encuesta de la empresa demoscópica Datafolha publicada hoy por el diario Folha de Sao Paulo. De acuerdo con esta encuesta, sólo un 32 % de los brasileños cree que el país mejoró en los últimos 13 años, es decir, durante los sucesivos Gobierno del PT.
