Dos hermanas y un joven fueron asesinados a puñaladas ayer en un conventillo del barrio porteño de La Boca. En base a testimonios, los investigadores sospechan que el homicida es uno y que el móvil de la masacre puede ser un ajuste de cuentas por drogas.

Una de las mujeres recibió nueve cuchillazos, la otra ocho y el muchacho cinco, y de acuerdo al relato de un testigo, el criminal entró al lugar a los gritos y huyó a la carrera tras el horrible triple crimen.

El episodio fue descubierto cerca de las 3 de ayer en una casa ubicada en Martín Rodríguez 540, a dos cuadras de la cancha de Boca Juniors, por un taxista que regresaba de trabajar y se dirigía a su habitación a dormir.

Un jefe policial explicó que el chofer escuchó gritos que provenían de una de las habitaciones, se acercó para ver lo que pasaba y en ese momento vio a un hombre salir corriendo.

Al acercarse, observó que un muchacho, Gustavo Rodríguez (20), tirado sobre una cama ensangrentado y con varios cortes en el cuerpo. Entonces el taxista avisó a la policía y fueron los pesquisas quienes descubrieron a una mujer sin vida en una cama y a la otra en el piso. Esas víctimas luego fueron identificadas como Natalia Moreira (28) y Patricia Moreira (30).

Al intentar reconstruir el por qué de los ataques y la saña contra las víctimas, los policías se toparon con un dato ineludible: la droga. Varios vecinos no tuvieron reparos en decir a la prensa que en la casa de la masacre se vendían drogas, pero también remarcaron que Rodríguez no tenía que ver con esas maniobras. Es más, se recordó cuando el joven rescató a dos hermanitos de morir en un incendio.

"Ese lugar siempre trajo problemas. Yo vivo acá hace diez años, y ahí siempre hubo líos. Hace un año, un pibe se quiso suicidar y prendió fuego una garrafa (que incendió el conventillo). Después de eso, se quedaron algunas familias a vivir ahí, entre ellos estas chicas que vendían droga, incluso después de que les hicieran un allanamiento", dijo una vecina que se identificó como Patricia.