El violento desprendimiento de cabeza que culminó con la muerte de un bebé de 18 días en Rawson, el martes en la noche, podría calificarse en la investigación como una muerte accidental. Esa estimación inicial realizan los investigadores del caso a la luz de los primeros datos del hecho: El resultado de la autopsia, y las versiones cruzadas que dieron los padres de la criatura, acusándose mutuamente de haber provocado ese fatal deceso.

"Lo lógico es que los padres no quieran matar a su propio hijo. Y en este caso al parecer, hubo alguna pelea o una situación que desembocó en una aparente agresión accidental a la criatura. De todos modos todo es provisorio porque falta producir prueba clave, como las declaraciones de los dos imputados", dijo ayer un investigador del caso.

Juan Ignacio Gil ingresó muerto al centro de salud de Rawson el martes a las 20,30. Supuestamente allí los padres dijeron que se había ahogado con leche, pero cuando se sospechó de una muerte violenta la madre, María Agustina Gil (19) contó a su entorno que había sido su pareja, José Antonio Garrido (18) quien mató a la criatura cuando la golpeaba a ella. Sin embargo la familia del joven lo negó de plano y acusó a muchacha, que a causa de un fuerte shock emocional recién podría declarar el sábado, informó ayer su defensor César Jofré.