El cuerpo boca arriba y con una mano sobre la cabeza, como descansando, daba otra impresión: “Parecía una persona vencida por la ebriedad”, admitió un policía.
Sin embargo, una observación más detallada de ese joven, llevó a un vecino a una conclusión más lógica: un posible crimen. Lo confirmaron los mismos policías de Los Berros al mando del oficial principal Héctor Andrés Leiva, cuando analizaron el caso en detalle: el rostro lastimado (con una gran lesión en el costado derecho), un pequeño charco de sangre bajo la cabeza, huellas del arrastre de sus talones que describían un recorrido nítido en la calle, con claro inicio en el patio de un rancho pegado a la escuela especial de usos múltiples.
Ahí se toparon con otras evidencias, como una billetera de la víctima, supuestas manchas de sangre en el piso, en tazas y también en un trozo de hierro relleno con cemento, la supuesta arma homicida.
Entonces no cabía otra conclusión: el dueño de ese rancho, José Luis Segovia (43 años) debía dar explicaciones. Lo apresaron sobre las 9 de ayer en un barrio en construcción donde trabajaba, y ahí el mismo Segovia admitió que había tenido una suerte de pelea en su casa de la calle Chubut (unos 300 metros al Oeste de la ruta 153) con Cristian Rubén Vargas, a quien aún creía vivo, precisaron fuentes del caso. Enseguida quedó preso e incomunicado por 48 horas.
Vargas, la víctima, tenía 33 años, le decían “El Loco Iván”, estaba separado y era padre de dos chicos de 11 y 8 años. Trabajaba en las caleras y sus familiares no creían ayer que Segovia lo hubiera matado: “Eran amigos, en un tiempo Cristian vivió con él, no sé… para mí puede haber sido otro el que lo mató, porque Segovia no era agresivo, todo es muy raro.
Ahora, si fue él, deberían hacer algo pero no dejarlo libre porque sería un peligro para cualquiera”, dijo ayer Lidia de Vargas, tía de la víctima.
En la policía, la percepción del fallecido era otra: “Tiene antecedentes y estuvo preso en el Penal de Chimbas. Por ahora está preso Segovia, pero no descartamos nada”, dijeron.
“Mi cliente está incomunicado y lo que hay por ahora son versiones, como que la víctima lo molestaba desde hace tiempo a mi cliente. Además tenemos que analizar con detenimiento su imputabilidad, porque tiene una importante discapacidad mental y pudo no haber comprendido la criminalidad del acto”, dijo ayer César Jofré, abogado defensor de Segovia.
José Vargas, padre de Cristian (Iván le decían porque se iba a llamar así) aseguró ayer que recibió la noticia del crimen alrededor de las 7.30. Sin embargo, ese es un cabo suelto para los pesquisas, porque la noticia del homicidio llegó a la subcomisaría de mano de un vecino recién a las 9 de la mañana.
A los policías tampoco les cerraba el hecho aparente de que nadie escuchara ni viera nada, a pesar de que el lugar del homicidio es una zona silenciosa con varios vecinos, en la que una discusión o gritos no hubieran pasado desapercibidos.
Se supone que todo ocurrió alrededor de las 5 de ayer y que Vargas estaba ebrio. Cuando se conoció el caso, arribó al lugar el juez de Paz de Sarmiento Fernando Vargas. Y también el juez de Instrucción, Leopoldo Zavalla Pringles, quien ordenó la detención de Segovia, su incomunicación y el relevamiento de cada prueba para develar el extraño caso criminal.
