La canciller alemana, Angela Merkel, y su coalición de Gobierno sufrieron ayer a lo largo de tres votaciones en la Asamblea Federal para conseguir imponer a su candidato, el cristianodemócrata Christian Wulff, como nuevo presidente de Alemania, el máximo mandatario más joven en la historia del país (51 años).
El presidente alemán es el jefe del Estado y su labor es fundamentalmente representativa y ceremonial, ya que el Poder Ejecutivo lo ostenta el canciller. En cuanto a la votación de ayer, lo que debía haber sido un puro trámite que confirmara la nueva cohesión en las filas de la coalición formada por cristianodemócratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y liberales (FDP) se convirtió en una pesadilla para Merkel y los líderes de sus aliados políticos.
Los estrepitosos fracasos de Wulff en las dos primeras vueltas de la elección constataron que, lejos de unir filas, la división y la polémica reinan entre los partidos gobernantes, en crisis permanente desde las elecciones legislativas del pasado septiembre, tras las que acordaron coaligarse.
Wulff no alcanzó la mayoría absoluta necesaria en las dos primeras vueltas, lo que significó un duro golpe al gobierno de Angela Merkel, ya debilitado y con un bajo nivel de apoyo tras las divisiones internas ante temas como los drásticos recortes en el gasto público, las rebajas fiscales o la reforma sanitaria.
Aunque Merkel y sus aliados desvincularon días antes el futuro de la coalición de la elección del nuevo presidente, para los observadores políticos la agonía de más de nueve horas sufrida ayer en la votación deja aún mas tocado al Ejecutivo germano.
Un total de 625 de los 1.242 miembros de la Asamblea Federal presentes en el último escrutinio dieron su voto a Wulff, mientras su rival, el independiente Joachim Gauck, propuesto por la oposición socialdemócrata y verde, consiguió 494 apoyos.
