En sólo 300 metros de carrera, las distancias son mínimas. En ese suspiro que es la carrera no hay tiempo para recuperarse de una mala partida. La expectativa generada por la competencia que reunía a los mejores velocistas cuyanos fue tal que todo el Jáchal burrero se afincó en Rivadavia para ver el choque entre sus dos ejemplares. Mi Rubia, una yegua de nueve años, que llegó cuando tenía un año al Departamento norteño, defendía la corona ganada el año pasado y, aunque venía de hacer puesta (empate) con su rival pueblerino, en esta ocasión no le dio opciones. Lo derrotó por una cabeza y festejó el doblete.