La minería urbana consiste básicamente en revivir riquezas que provengan de los residuos. Esto es lo que se está desarrollando en Japón, cada vez en mayor medida. Ciertas plantas de tratamiento extraen literalmente metales raros de computadoras y celulares abandonados y apilados como basura. La finalidad es crear fuentes alternativas para el abastecimiento de dichos metales raros de uso industrial.
Kosaka ha sido la ciudad pionera del país asiático en depositar dinero y esperanzas en este nuevo tipo de producción minera. En septiembre de 2010, por una disputa diplomática con Tokio, China comenzó a suspender las exportaciones de tierras raras a Japón. Esto desencadenó la urgente necesidad de desarrollar fuentes alternativas, que surgieron del lugar menos esperado: los montes de residuos industriales compuestos por cientos de miles de notebooks, netbooks, celulares y I-pad que son desechados permanentemente debido al constante desarrollo tecnológico.
Ha sido tan grande el asombro de esta nueva forma de hacer minería que el Tetsuzo Fuyushiba, ex ministro y hoy miembro del partido opositor de Japón comentó: “Literalmente hemos descubierto oro en los celulares y computadoras”, al visitar recientemente la planta de reciclado ubicada en Kosaka.
La historia de este rincón del país asiático tuvo una gran relación con la minería de hierro, sin embargo hace dos décadas la competencia mundial llevó a estos yacimientos a la extinción. Luego, casi a fines del 2010, China comenzó a suspender las exportaciones de metales de tierras raras semiprocesados. Esto le impidió al Japón fabricar sus propios productos y alarmó a las industrias niponas. Desde gigantes como Toyota hasta empresas chicas de electrónica, porque son materiales imprescindibles para la fabricación de una enorme cantidad de productos como: autos híbridos, turbinas eólicas y pantallas de computadoras.
Fue entonces cuando la empresa Dowa Holdings, (que anteriormente manejaba en Kosaka las minas de hierro) construyó una planta de reciclado. Dicha edificación posee un horno de 70 metros de altura que convierte piezas de aparatos electrónicos viejos en una mezcla líquida de la cual se extraen metales valiosos y otros minerales. Las piezas recuperadas provienen de otras partes de Japón y de otros países como Estados Unidos. Además de oro, la subsidiaria de Dowa, llamada Kosaka Smelting and Refining ha logrado recuperar metales raros como el indio, utilizado en la fabricación de pantallas de cristal líquido, y el antimonio, que se usa para hacer obleas de sílice para semiconductores.
Tan importante ha sido este nuevo método de explotación minera que las “estrategias para tierras raras” ya han sido incluidas en el presupuesto complementario anual del país asiático. Aunque Japón tiene escasos recursos naturales, el Instituto Nacional de Ciencia de Materiales, un organismo estatal de investigaciones, informa que, en dicho país, los aparatos electrónicos usados contienen aproximadamente 300.000 toneladas de tierras raras. Si bien esta cantidad es pequeña en comparación con las reservas de China, que explota el 93 por ciento de los minerales de tierras raras del mundo, apelar a estas minas urbanas podría ayudar a reducir la dependencia de Japón con su gigantesco vecino.
