En el año 1986 se creó el Programa de Control y Erradicación de la Mosca de los Frutos (Procem) con la idea de que San Juan obtenga la certificación que la califique como ‘Área Libre de Mosca de los Frutos’ y así pueda llegar a mercados importantes del mundo que toman a esto como un requisito excluyente al momento de exportar. Pero tras 26 años poco cambió y la provincia sigue ostentando el nivel máximo de peligrosidad con el que se distingue a esta plaga (ver infografía). Desde el Procem se lo atribuyen a un problema netamente presupuestario y por lo bajo un funcionario reconoció que ‘’al menos’’ al doble debería escalar el monto de dinero que va a este fin para dar vuelta la página.
En cambio en Mendoza, tanto el centro como el sur de esa provincia (Tupungato, Tunuyán, San Carlos, Malargüe, San Rafael y General Alvear), obtuvieron recientemente el certificado de sanidad que lo libera de este flagelo y que le da vía libre para por ejemplo ingresar en el exigente mercado estadounidense.
Así las cosas y a la vista de los resultados, los 18 millones de pesos que se invirtieron en San Juan sólo en la última campaña (aporte mixto entre el Senasa y el Gobierno provincial) no fueron suficientes para combatir la Mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata). Es así que el Valle del Tulum tiene el peor estatus posible: ‘Área bajo control’, que es cuando es necesario acciones concretas para combatirla y erradicarla. Mientras que en forma descendente, las categorías son ‘Área bajo diagnóstico’ (simplemente se monitorea); ‘Área de escasa prevalencia’ (presencia baja de la plaga); y la óptima, ‘Área Libre’.
Desde el Gobierno no son ajenos a esta realidad que no muestra matices de alto vuelo. El primer ‘volantazo’ lo dio cuando a inicios del año pasado se decidió sacar del cargo al ingeniero Jorge Escobar, quien estuvo al frente del Procem desde los inicios (con alguna interrupción) y que hoy ocupa la Dirección de Asuntos Vitivinícolas. En su lugar asumió el ingeniero Gustavo Taret, que hasta la actualidad maneja el área.
‘’Creo que es una cuestión básicamente de disponibilidad de recursos económicos. Es un área amplia y se necesitan recursos de distinto tipo para atacarla agresivamente. Estamos sujetos a la disponibilidad de aviones, que son contratados con mucho esfuerzo a través de la Cámara de Exportadores que busca una empresa para hacer la aeroaplicación’’, explicó Taret. Pero no sólo focalizó en una falta de recursos económicos el problema, sino que agregó que los hospederos urbanos, es decir los cítricos que hay en las casas, son el alimento para la mosca que nos cuesta combatir. ‘’Esto es una cuestión de conciencia y que la gente se de cuenta de una vez por todas que debe colaborar para salir de esto’’, dijo.
Actualmente, se están realizando trampeos masivos en zonas urbanas y en Zonda la aplicación de un cebo de forma aérea (sirve para neutralizar las moscas silvestres); mientras que en Ullum se liberan moscas irradiadas para combatir el grave flagelo.
