No fue un trámite pero se pareció a eso. Se notó siempre la diferencia de potencialidad. De categoría. De hockey aplomado. De hockey efectivo. La Selección argentina de hockey sobre patines se despachó al local Francia con merecimientos propios. Le dio la espalda a la caldera que era el estadio y se sintió segura de su juego siempre. De sus convicciones. Por eso ganó 5-0. Por eso es una de los semifinalistas de este Mundial que se juega en esta pintoresca La Rouche-sur-Yon francesa.
Después de la gran actuación de ayer, tendrá hoy otra difícil misión. Enfrentará a Portugal en una de las semifinales (14.30, hora argentina). Pensando siempre en tomarse esa ansiada revancha por el título frente a España, que luchará en la otra semi ante el sorprendente pero a la vez frágil Alemania.
Ayer, la Argentina jugó en su nivel. Concentrada. Seria. Sin las ansias con las que había enfrentado a Mozambique. Mostró pasta de equipo favorito. Basó su juego en una notable defensa, sin dar espacios en la marca y metió la puñalada cuando el rival se quedó sin reacción.
El reloj llegaba a los 5′ y López con Nicolía armaron una muy buena jugada que terminó con un remate de este último. El arquero local dio rebote y Platero, atento, la mandó al fondo ante la sorpresa de todos en el estadio.
Era merecido. Es que el equipo de Giuliani tuvo siempre la bocha y pese a que pasó un sofocón a los 3′ cuando el grandote Di Benedetto metió un tiro en el palo, siguió dominando el panorama del partido.
Francia se volvió loco con la desventaja. Pensó que Argentina la iba a cuidar, como lo hizo Angola cuando se clasificó angustiosamente, pero no pasó eso. El albiceleste le metió ritmo a sus movimientos, velocidad, y siguió siendo más peligroso. Tanto que a los 9′ Nicolía, de gran partido, metió un tiro cruzado, esquinado y abajo, y dejó el tablero 2-0. Y más tarde el propio Nicolía se despachó con el tercero.
La Argentina mostró la chapa. No le pesó nada. Ni la gente que empezó a darle aliento fuerte a los suyos. Y terminó jugando los últimos minutos con pura posesión de la bocha. Entendió que no debía rifarla. Que tenía que cerrar la etapa con una diferencia prácticamente indescontable para los locales.
El complemento siguió dando más de lo mismo. Francia entró discutiendo algo más la posesión pero sin profundidad. El partido se hizo de ida y vuelta pero el local estaba lejos de descontar porque primero no pudo superar a la atenta defensa y, si pasaba, estaba un Grimalt impecable en el arco. Es que el mendocino estuvo concentradísimo en lo suyo y se hizo un pilar del equipo. Se agrandó con aquel libre que contuvo en el primer tiempo y después ya no pudieron con él.
El tiempo pasó rápido. Ordoñez elevó la cuenta a 4-0 con un libre excepcional. Francia empezó a cometer muchas infracciones, propias de su impotencia. Y la Argentina se floreó. Clavó el quinto con una exquisita jugada de Ordoñez y cerró una noche fantástica. Ahora Portugal, que se venga…
