"Perdón… ¿ésta es la caminata?", preguntaba casi a las 10:30 de la mañana Mercedes Herrera, que había sacado sus 74 años y toda su voluntad de la cama para ir a la cardiocaminata organizada por Salud Pública y la Municipalidad de la Capital, por conmemorarse el Día Mundial del Corazón. Y en los ojos se le empezaba a ver la desazón. En ese rincón del Parque de Mayo había sólo 10 personas que habían ido por el mismo motivo, caminar para cuidar el corazón, y se habían encontrado con que el termómetro marcaba 5 grados (la sensación térmica era de 0,2 bajo cero) y la organización había decidido suspender todo por el frío y la llovizna.

"Decidimos que hacerlo con tanto frío, al final no iba a ser para nada saludable", reveló más tarde una fuente de Salud Pública, que temprano se había apostado unos minutos cerca de la rotonda de la Legislatura para avisar a quienes llegaran que no habría cardiocaminata hasta nuevo aviso. Del mismo modo, el mal clima también hizo que se suspendiera la atada de carros prevista para ayer entre los municipios de Capital y San Martín (ver aparte).

Pero los que estaban del otro lado del parque, frente al Monumento al Deporte, esperaban estoicos que alguien les avisara si se suspendía o no la caminata de la salud. El grupo tiritaba, con las camperas prendidas hasta el cuello; había dos ciegos que tenían un chaleco flúo puesto para caminar y dos guías con la misma indumentaria; había un profesor de gimnasia, mujeres que asisten a las Pistas de la Salud y mujeres que padecen afecciones cardíacas. Y estaban también Carla Jara y Vanesa Elizondo, dos estudiantes de Enfermería que habían sido convocadas para medirle gratis la presión arterial a la gente. Así que, ya que estaban allí, las chicas sacaron sus tensiómetros y uno a uno hicieron sentar a los caminantes frustrados. Hasta que el grupo, convencido ya de que no se juntarían a hacer un asado para aprovechar la salidita, se dispersó y volvió cada uno a su casa, bajo la llovizna helada.