El anciano tirado boca arriba al lado de su cama. Había un poco de sangre en una de sus manos y también en su nariz. No tenía pulso y estaba frío. Susana Verón y Marta Arancibia se dieron cuenta que ya estaba muerto, pero de inmediato supusieron un accidente. "Pensamos que se descompensó o desmayo, y al caer se golpeó la cabeza", describió Arancibia, una de las que entró primero a la casa. Minutos después, la policía descubrió que había otra cosa. La muerte no era producto de una caída, a la víctima la habían matado a golpes con una barra de hierro.
Así se dieron las cosas ayer pasadas las 13:30, cuando encontraron muerto a Mauro Camargo, de 82 años, dentro de su pieza en el ranchito que le prestaban en calle Huarpes al 1777 en Villa Flora, Rivadavia, según datos policiales. El abuelo estaba vestido, y sospechan que lo mataron a primera hora de la mañana. El dato llamativo es que un cajón de la mesa de luz estaba encima de la cama. El anciano había cobrado su pensión de 580 pesos la semana pasada y no se encontró dinero, dijo una sobrina nieta.
Si bien se habló de un posible robo, la línea investigativa que tomó más fuerza es la de una presunta golpiza en una pelea. En ese marco, los policías de la Seccional 13ra., a cargo del comisario Armando Galletti, arrestaron a Juan Luna, el hijastro del abuelo (su mujer murió hace años), quien también vivía en esa precaria vivienda, indicaron en la policía.
Pareciera que se ensañaron al darle tantos golpes, por eso no creen que todo sea por un robo. Un primer informe habría revelado que Camargo recibió al menos 7 golpes con un elemento contundente y sin filo, que podría ser la pesada barra de hierro -de cerca de 1 metro- que hallaron cerca de su cadáver. Anoche, al cierre de esta edición, una alta fuente policial dijo que la autopsia realizada por la forense María Vázquez estableció que tenía fracturas en parte de la mandíbula, la nuca y varias costillas del costado izquierdo, además presentaba escoriaciones como si se hubiera luchado para defenderse.
Mauro Camargo y Juan Luna, de más de 45 años, compartían esa casa. El abuelo era pensionado. El otro hombre atiende un kiosco del Hospital Marcial Quiroga.
Aunque en apariencia no tenían problemas, los vecinos afirmaron que éste último era de gritarle al anciano.
La víctima era muy querido en la villa. Ambos solían tomar a veces, Luna hasta llevaba a sus amigos, dijeron unos familiares de Camargo. Anoche, la policía trataba de confirmar si ayer de madrugada estuvieron bebiendo en la casa y quiénes estuvieron. Luna aseguró a la policía que se fue a las 5 a trabajar y se enteró de lo sucedido a su regreso. Ahora bien, investigan si eso es cierto, como también si otras personas entraron en la mañana a la vivienda.
