Entre los aplausos de las multitudes, la religiosa Crescencia Pérez fue proclamada ayer beata en la ciudad bonaerense de Pergamino por el cardenal Angelo Amato, enviado especial del Papa.

‘La venerable sierva de Dios María Crescencia, que testimonió la caridad evangélica con sencillez, humildad y dulzura, de ahora en adelante será llamada beata‘, leyó el purpurado en nombre de Benedicto XVI ante una multitud.

La beatificación, la primera que se hace en territorio bonaerense, fue presidida en el circuito El Panorámico de Pergamino, por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato.

A las 11.37 una gigantografía con la imagen de la primera beata bonaerense fue desplegada en el altar, en medio de aplausos de los miles presentes. El cardenal Amato indicó, además, que el Papa estableció que el 20 de mayo sea la fiesta litúrgica de la religiosa, que dedicó su vida a la educación y cuidado de niños enfermos de tuberculosis.

Al terminar el ritual de beatificación, María Sara Pane, quien se curó sin intervención ni explicación médica de una hepatitis fulminante en 1996 tras rezarle a Crescencia Pérez, acercó al altar una reliquia con restos de la flamante beata. ‘Gracias a ella estoy viva. Le pedí que me dejara ver a mi hijo adulto y hoy estoy aquí, hasta con una nieta. Es un día inmenso‘, exclamó la mujer del milagro, visiblemente emocionada.

Previamente el obispo de San Nicolás, monseñor Héctor Cardelli, solicitó al enviado papal la inscripción de Crescencia en el libro de los beatos.

Por su lado, la monja Josefina Nughedu leyó una semblanza de la vida de ‘Sor Dulzura‘ o ‘Humilde Violeta‘ como también se la conoce. El gobernador bonaerense Daniel Scioli, quien participó de la misa de beatificación, dijo que Crescencia realizó su ‘trabajo con gran amor, al socorrer y asistir a niñas con tuberculosis ósea‘.

Las autoridades municipales estimaron que unas 90.000 personas llegaron a Pergamino para participar de la ceremonia religiosa, entre ellas una delegación de Chile, donde la beata murió en 1932 a los 34 años, y numerosos familiares de la religiosa.

La celebración eucarística fue la segunda de este tipo en territorio argentino, después de la proclamación como beato del indio mapuche Ceferino Namuncurá en la localidad rionegrina de Chimpay en 2007. Crescencia se convirtió en la séptima persona de nacionalidad argentina en ser declarada beato. Los anteriores fueron las religiosas Nazaria Ignacia March Mesa, María Tránsito de Jesús Sacramentado (Madre Cabanillas) y María Ludovica De Angelis, el coadjutor salesiano Artémides Zatti, la laica Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá.

María Angélica Pérez nació en San Martín (Buenos Aires) un 17 de agosto de 1897 y en 1905 su familia se mudó a Pergamino. En 1907 ingresó al ‘Hogar de Jesús‘ donde cursó sus estudios y permaneció pupila hasta 1915, en esa institución a cargo de la Congregación de las Hermanas del Huerto. Al vestir el hábito religioso, comenzó a llamarse Hermana María Crescencia en honor del santo mártir Crescencio.

En Vallenar, Chile, el 20 de mayo de 1932 falleció tras padecer una tuberculosis, que se habría contagiado de unos enfermos que estaba cuidando.