“Franco no tiene poder en su pegada. La única mano que sentí fue un gancho al hígado que me metió en el noveno round, por eso salí a desbordarlo tirando y tirando”.

“No encontraba la distancia del ring. Con Orozco entrenamos en un cuadrado de 3×3 metros, en donde con dos pasos encerramos a los sparring, me acostumbré al final”.

“Yo sabía que tenía que tirar muchas manos, aunque errara, porque me di cuenta que no le gustaba que le peguen y retrocedía. Terminé agitado, pero no cansado, tenía aire”.

“A aquellos que dicen que mi promotor compró la pelea les digo: si gano el título no tengo ningún problema en hacer la primera defensa con el cubano. Es bueno, pero no me gana”.