El astronauta estadounidense Neil Armstrong, que dio un salto gigante para la humanidad cuando se convirtió en el primer hombre en pisar la Luna, falleció ayer a los 82 años tras una complicación en la cirugía de corazón a la que fue sometido dos días antes de su cumpleaños el 5 de agosto.
Como comandante de la misión Apolo 11, Armstrong se convirtió en el primer humano en pisar la superficie de la Luna el 20 de julio de 1969. Cuando caminaba sobre la Luna, Armstrong emitió su famosa frase: “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
La caminata lunar de los astronautas del Apolo 11 dio a los estadounidenses un sentido de logro en la carrera espacial frente a su enemigo de la Guerra Fría en ese momento, la Unión Soviética, y en momentos en que Washington estaba librando una sangrienta guerra contra los comunistas en Vietnam.
Neil Alden Armstrong tenía 38 años cuando pisó la Luna y pese a cumplir un antiguo objetivo de la humanidad y alcanzar lo más alto en materia de realizaciones, no gozó de su logro. Incluso parecía frustrado por la fama que le trajo.
“Supongo que a todos nos gusta ser reconocidos no por una pieza de fuegos artificiales, sino por nuestro trabajo diario”, comentó Armstrong en una entrevista en el programa ‘60 Minutos’ de la cadena CBS en el 2005.
Una vez le preguntaron cómo se sentía saber que sus huellas probablemente permanecerían en la superficie de la Luna por miles de años. “Espero que alguien vaya allá arriba uno de estos días y las limpie”, contestó.
La misión Apolo 11 fue el último vuelo espacial de Armstrong. Al año siguiente Armstrong obtuvo el puesto de viceadministrador asociado para aeronáutica de la oficina de investigación y tecnología avanzada de la NASA.
La vida de Armstrong después de la NASA fue muy privada. No tuvo un rol importante en las ceremonias conmemorativas del vigésimo quinto aniversario del alunizaje. “Es un recluso entre reclusos”, dijo Dave Garrett, un ex portavoz de la NASA.
Armstrong abandonó la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) un año después de la misión Apolo 11 para desempeñarse como profesor de ingeniería de la Universidad de Cincinnati.
Tras su carrera aeronáutica, Armstrong fue contactado por grupos políticos, pero a diferencia de los ex astronautas John Glenn y Harrison Schmitt, que se convirtieron en senadores estadounidenses, él declinó todas las ofertas. (Reuters, EFE)
