Federico Leytes (18) ayudaba. Estaba sobre la cisterna, pegado a una boca, atento a las instrucciones. Adentro, Juan Carlos Pelayes (49 años, más de 30 de experiencia en la metalurgia) se aprestaba a dar otro paso para resolver el problema de una filtración detectada en la base del tanque. "Pasame la pinza (del soplete)" alcanzó a decirle desde adentro. Leytes recordó ayer que segundos después, sintió como que el camión se inflaba y en el acto algo mucho peor: una explosión descomunal seguida de una llamarada con un trozo de metal que le destruyó la nariz, lo lanzó hasta otro camión que arreglaban otros dos empleados (un hijo y un sobrino de Pelayes) y después fue a parar al piso.

"Vi todo negro, no recuerdo bien lo que pasó… a mí me sacó Alvarez (Oscar, 28 años, sobrino de Pelayes) hasta la calle", alcanzó a decir aún conmocionado Leytes en el hospital Guillermo Rawson, donde, según sus familiares, debieron realizarle una cirugía en la nariz. Su destino también pudo ser trágico, pero ayer estaba fuera de peligro.

En cambio la suerte de Pelayes (uno de sus tres hijos, Esteban, trabajaba con él ayer) había sido nefasta: la explosión lo lanzó dentro de la cisterna con un resultado letal porque, al parecer, otro trozo de metal se desprendió y le provocó un gran tajo en la cabeza, dijeron fuentes policiales.

Según la policía, todo pasó alrededor de las 18 de ayer en el taller metalúrgico que Gerardo Vázquez y el fallecido tienen en General Acha 1.743 Norte, frente al barrio Cattani, en Concepción, Capital.

Hasta lo que lograron reconstruir los policías, el camión para combustibles YPF, un Fiat Iveco de la empresa Raiser, había sido llevado para su reparación el jueves pero luego de una prueba con gas oil se le detectó una filtración y ayer lo llevaron de nuevo al taller para una solución definitiva.

En la policía sospechaban que hubo una falla en la limpieza del tanque, es decir en la eliminación de restos de combustible (se realiza con un químico especial) y la debida oxigenación para eliminar también los gases que pueden resultar muy peligrosos.

Al parecer, el camión llegó a las 17 de ayer al taller y enseguida se le hizo una limpieza para que Pelayes pudiera meterse. Cuando el hombre estuvo adentro -dijeron- intentó algo de rutina: descubrir la zona de la filtración con el soplete de la soldadura autógena. Y fue ahí que se originó una explosión, tan grande, que algunos vecinos del barrio Cattani la confundieron con la caída de un rayo porque justo a esa hora había amenaza de lluvia y se escuchaban truenos.

Ayer, policías de la comisaría 2da. al mando del comisario inspector Rubén Marinero, recababan evidencias para saber cómo cierra la investigación.