La transpiración venció por goleada a la lucidez. La pierna fuerte (hubo 9 amonestados) vapuleó a los pases precisos. Poco de jogo bonito y muchísimo de garra, de ir a buscar el balón como si fuera la última, tal cual reza el decálogo nunca escrito de los clásicos. Boca y River cumplieron con los ‘pronósticos’ de que anoche iban a darse 90’ de pura entrega, aunque lejos del buen nivel de juego. ¿Se puede pedir otra cosa? Es complicado, aunque siempre la varita debe estar un poco más alta. Un dato: en los primeros 45’, River no le pateó nunca a Orión. Del otro lado Boca, quien reservó a sus titulares para este choque a diferencia de su eterno rival, padeció la falta de generación de juego. Sólo con Gago en esa función, el equipo careció de claridad en los metros trascendentales de la cancha. Arrancó con todo el frenesí por sacar la ventaja de local para ir al Monumental más tranquilo, pero se fue diluyendo con el pasar de los minutos.
River demostró que ese juego exquisito de comienzo de semestre es sólo un lindo recuerdo. Está claro, no se le puede pedir al equipo de Gallardo que recupere la memoria en esta llave donde busca por primera vez en su historia dejar en el camino en un mano a mano internacional al Xeneize. Los de Arruabarrena cumplieron con una parte del objetivo para el primer chico: no recibir goles de local y así neutralizar el tanto de visitante que vale doble. ¿Tendrá mayor obligación el Millonario en la revancha? Puede ser, el apoyo de su gente así lo pedirá. Lo que está claro es que, como ocurre en series tan parejas, el ganador se define por detalles.
