El español Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic jugaron ayer un partido exhibición, con su cuota histriónica adicional, que hizo delirar a los más de 10 mil fanáticos que se acercaron al predio de La Rural para ver los dos mejores tenistas del mundo, y que culminó con triunfo del actual número uno del ranking en sets corridos. La victoria del mallorquín por 6-4 y 7-5 será rápidamente una anécdota, ya que quienes soportaron el intenso calor que castigó a Buenos Aires se retiraron con los ojos llenos de tenis, luego disfrutar de la potencia y la intensidad de Nadal, y la velocidad y elasticidad de un Djokovic (2) que además se consagró como el número uno en carisma. Es verdad que no jugaron al límite de sus posibilidades, algo absolutamente previsible luego de una temporada tan desgastante, que para Nadal finalizó en el Masters de Londres y para el serbio en la final de la Copa Davis, pero ambos protagonizaron un partido que mostró el potencial de los dos mejores del mundo actualmente.

Los pasos de baile de Djokovic, que fueron acompañados desde la tribuna por el actor estadounidense Will Smith, como también la imitación que hizo de Nadal mostraron que el serbio es tan buen competidor como showman para eventos de este tipo, porque entiende a la perfección lo que el público quiere.