Acompañada de un familiar y una policía, María Antonia Martín arribó ayer a la Sala I de la Cámara Penal para notificarse de un fallo que ya conocía: la condena en su contra por electrificar 98 metros de alambre para proteger su propiedad en calle Díaz, en Chimbas, y provocar con esa ilegal medida de seguridad, la muerte de un chico de 15 años que era vecino suyo y vivía en el barrio San Francisco II, el 13 de abril de 2011.

No todas fueron pálidas para esa mujer que el próximo 27 de setiembre cumplirá 63 años. El juez de Cámara Juan Carlos Caballero Vidal (h) le dio 8 años de prisión y no los 11 que ella aceptó recibir cuando admitió su responsabilidad y firmó un acuerdo de juicio abreviado con su defensora oficial Mónica Sefair y el fiscal Gustavo Manini.

El magistrado también resolvió que Martín continuara con arresto domiciliario a causa de su enfermedad: la mujer sufre de problemas de visión a causa de una grave diabetes, dijeron fuentes judiciales.

La figura delictiva que aplicó el juez fue la misma que le propusieron las partes: homicidio simple agravado por dolo eventual (penas de 8 a 25 años), expresión usada para explicar que la acusada se imaginó o se representó que al electrificar un alambre (detectaron 215 volts), podía provocar una muerte si alguien lo tocaba, y siguió haciéndolo sin importarle ese resultado.

En el expediente, la acusada reconoció que ese alambre lo había electrificado su esposo, fallecido 6 meses antes de la muerte de Pablo González por tocarlo. Y que al quedar viuda, siguió activando la llave de paso para dejarlo con corriente.

La sospecha que quedó al cabo del juicio abreviado fue que Pablo González se metió a robar con otro joven. En la causa, un hombre atestiguó haber visto signos de violencia en un portón, un rollo de membrana listo para ser sustraído (eso se constató) y, lo más comprometedor, dos jóvenes que huían de la propiedad a toda carrera cuando lo vieron.

Sin embargo aquel 13 de abril sólo pudo escapar; el otro agarró un alambre y fue su fin. De todos modos la familia de la víctima siempre argumentó, en base a otro chico, que Pablo se metió ese día a sacar una pelota, nunca localizada por los pesquisas.

Aquella vez, hubo un violento cruce entre policías y vecinos, que pretendieron quemar la casa de Martín pero no lo consiguieron.