Como dejarse llevar por un mar sereno, recostado en una balsa, en un viaje plácido. Esa fue la sensación en el regreso sinfónico de Nito Mestre, un recital tan convocante como íntimo, en el que a lo largo de dos horas y media el ex Sui Generis propuso un periplo por la geografía de su carrera, desde aquellas viejas épocas con Charly, hasta su presente solista. Junto a él, sus músicos, con los que compartió la primera parte del recital. Y luego, como en su debut 2007 -también con enorme éxito y que dio como fruto un DVD grabado en vivo, editado con Flores de Nashville-, Mestre y sus chicos se amalgamaron con la Sinfónica y el Coro Universitario de la UNSJ, bajo la batuta de Alberto Velazco; que mostró su sensibilidad como arreglador para esta versión, que le aportó un plus de belleza a las canciones que fueron desgranando hasta la medianoche.
"Les agradezco muchísimo que hayan venido, porque para mí es un placer venir a San Juan, al Juan Victoria", dijo un Mestre sencillo y feliz, tras entonar -sin el peso de los años- una media docena de canciones, desde Esperando crecer hasta El cordón de la razón. Cálido, antes de cada tema daba una reseña para el público, que en un silencio halagador se dejó transportar por el cantautor.
Tras un breve intervalo, sin que la gente se moviera (había más personas que butacas y las entradas no eran numeradas, así que nadie quería perder su lugar; desborde que generó algunas críticas) regresó a escena, donde ya lo esperaban el Coro y la Sinfónica, que tras su primera acometida recibieron la primera ovación. Ni hablar lo que fue cuando todo el combo arremetió con Canción para mi muerte, Cuando comenzamos a nacer, "Tribulaciones…" y Cuando ya me empiece a quedar solo, que mechó con otras como Flores en el mar, dedicada a su madre y de inmensa ternura.
"¡Noooo!", gritó la platea cuando anunció la despedida. "¿Quieren que hagamos otra función?", preguntó, y con guiño cómplice subrayó: "Esta es la última…. después vemos". El después se venía con todo: Un Mr. Jones a puro ritmo, Confesiones de invierno con coro popular y la hermosísima versión de Rasguña las piedras, que levantó al público de los asientos en una larga ovación. En síntesis, una plataforma de artistas con una propuesta de alto vuelo poético. Uno de esos recitales que reconfortan.
