A media mañana el objetivo estaba casi cumplido, el trío de la Velocidad olímpica había realizado el mejor tiempo y aseguraba medalla, la de plata, que era a la que se intuía se podía aspirar teniendo que competir con Córdoba, que en su conjunto cuenta con dos integrantes de la selección nacional. A media tarde, después que Emanuel Saldaño hubiera corrido intensos 160 giros en las Vueltas puntuables y que ‘Bam Bam‘ Fernández hubo aportado su granito de arena para pelearle hasta el último suspiro la olímpica a los ‘cucos‘ cordobeses, no podía esperarse que sus físicos estuviesen a pleno para completar con fuerzas los endiablados cuatro kilómetros que propuso la joven cuarteta de Acinproba (Asociación Ciclista del Norte de la Provincia de Buenos Aires). El oro que se fue a buscar, fue plata.
Plata conseguida más con el corazón valiente de un equipo que si la carrera se hubiera extendido un centenar de metros más la habría ganado. En una y otra carrera se perdió por menos de medio segundo.
Por lo que entregaron todos ayer en la pista marplatense, no sólo los integrantes de los equipos, sino también Alan Ramírez que perdió sus dos matchs de Velocidad (el primero con el porteño Perruchoud, que fue subcampeón) nada se puede objetar. Dieron todo lo que tenían y algo más, la angustia de pelear hasta quedarse vacíos, ganándose el respeto de sus vencedores.
En una fría jornada vivida ayer en el velódromo marplatense, el cordobés Leandro Botasso ratifico que es el monarca absoluto de la Velocidad en el país. Ganó con amplitud el título de los 200 metros lanzados y condujo a su equipo al oro en la olímpica recuperando en la última vuelta una treintena de metros que le había sacado el equipo sanjuanino.
Entre las damas brilló Valeria Muller, quien ganó su título treinta y tantos, ahora en Persecución individual.
“Si algo bueno sacamos de esto es que tenemos recambio”, confió Ernesto Fernández. El técnico sanjuanino tenía también la amargura de que su equipo no pudiera haberse llevado el oro que vino a buscar, pero reconoció también que llegó con sus soldados muy tocados a las batallas finales.
