Aunque Ridley Scott y Ang Lee preparan dos adaptaciones sobre la vida de Moisés, en el siglo del consumismo y el frenesí tecnológico, el cine ha buscado respuestas menos bíblicas a la religión a través de filmes tan importantes como ‘The Tree of Life’, ‘The Master’, ‘Of Gods and Men’ o ‘Life of Pi’. Como en los tiempos de Cecil B. De Mille, pero con Christian Bale en vez de Charlton Heston, Ridley Scott recreará en ‘Exodus’ el vellocino de oro, las tablas de la ley o la separación de las aguas del mar Rojo, aunque menos se sabe de ‘Gods and Kings’, proyecto de Steven Spielberg que quizá asuma ahora Lee, tras ponerse muy politeísta en ‘Life of Pi’. Pero esta pequeña revisión bíblica no es más que la excepción a la regla: la tendencia del cine religioso del siglo XXI, que ha explorado la espiritualidad desde una manera más poliédrica, en filmes difíciles de programar en las televisiones en Semana Santa junto con los históricos Quo Vadis, Rey de reyes, La más grande historia jamás contada, Jesús de Nazaret, Los diez mandamientos, El manto sagrado, Ben Hur, Barrabás, entre otras; que hoy -claro está- no tienen la presencia de antes.
¿Pero qué es ‘The Tree of Life’ sino una revisión del libro de Job? El Oscar al mejor director para Ang Lee reconocía, además de una explosión visual ‘milagrosa’, su habilidad para convertir la convivencia de un tigre y un joven indio en medio del océano en una reflexión sobre Dios desde una perspectiva humanista y un retrato de la creencia de cualquier religión como manera de dinamitar las barreras de la lógica. Se basaba, no en vano, en un libro del canadiense Yann Martel del que el mismísimo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que era ‘una elegante prueba de Dios’.
En la otra cara de la moneda, otra de las películas del año, ‘The Master’, de Paul Thomas Anderson, se encargaba de reflejar el nacimiento de lo que muchos llaman secta pero el director llamaba ‘nueva religión’ (la Cienciología). Y también exploraba esa religiosidad desde un punto de vista del desamparo y la debilidad. Un año antes, ‘The Tree of Life’ también había sido nominada a la mejor película y al mejor director, además de haber ganado la Palma de Oro en Cannes, por el acercamiento de Terrence Malick a la teodicea y al justo reparto de los dones, entendiendo la religión como una manera de aplacar la desesperación ante una naturaleza injusta.
El coreano Kim Ki-Duk, por su parte, revisaba muchos conceptos del catolicismo: desde el martirio de ‘La samaritana’, la virgen del siglo XXI en ‘Amén’, o la ‘Pietá’ con la que se hizo en 2012 con el León de Oro en Venecia, en la misma edición que ‘The Master’ y la cinta sobre el fanatismo religioso, ‘Paradise: Faith’, del austríaco Ulrich Seidl.
‘Lourdes’, de la belga Jessica Hausner, es otra que por un lado denunciaba la mercantilización de los milagros pero, por otro, retrataba cómo la posibilidad de la fe deslumbra a una escéptica para, finalmente, dejarla huérfana en su vuelta a la no creencia. Todos estos no son más que muestras que sirven para visualizar la complejidad de la fe en el cine del siglo XXI. (EFE)
