Hace ya varios años que la consolidada dupla Baglietto-Vitale viene a la provincia. Pero el regreso de hoy será con vuelta de tuerca: un proyecto nuevo que esencialmente pasa por la forma de abordar el tango, el folclore y las canciones, con una formación de 9 músicos. ‘Estamos más cerca de la pequeña orquesta que del grupo eléctrico’, dice Baglietto sobre la flamante propuesta que debutó en el Teatro Colón y que también integran sus hijos Lulo y Julián. De esa ‘felicidad’ y de otros temas, el rosarino dialogó con DIARIO DE CUYO.
– Después de 20 años juntos, ya saben cómo aggiornar la pareja…
– Como en todo matrimonio, hay que seguir inventando cosas (risas). Hemos tenido 20 años de relación interrumpida, lo cual también ha significado una oxigenación…
– ¿Desde dónde se complementan?
– En principio, los roles están muy claros, él toca y yo canto. Pero después diría que más que complementarnos, nos potenciamos. Sucede una cosa casi única, nuestras energías al servicio de una idea, sin competencias, cosa que me gusta remarcar.
– ¿Porqué es difícil?
– Los tipos que se dedican a la música toman al canto como un oficio menor y los cantantes vemos a los instrumentistas como un mal necesario (risas). Y en nuestro caso eso no aplica, realmente, y creo que esa es la clave…
– ¿Ser una marca registrada da cierto relax a la hora de subir a escena?
– Mentiría si dijera que uno sube al escenario con la incertidumbre de qué va a pasar con la gente. Te diría que nos sigue importando lo suficiente como para que nos preocupe mostrar lo mejor de nosotros, aunque no tanto como para que nos paralice. Somos muy afortunados realmente…
– Y ahora más ¿Cómo es compartir tablas con Luciano Vitale (20) y Julián Baglietto (22)?
– Uy, muy bueno, y no sólo tablas, porque ya están en una edad en la que te podés sentar a tomar un vinito y a charlar. Gran parte de la magia que tiene salir de gira es todo lo que rodea a la música y ahora ellos son parte de esa magia.
– ¿Pensaron que iba a ser así o se fue dando?
– Se fue dando porque los chicos se fueron transformando en músicos. Si bien los hemos apoyado, nunca dijimos ‘tienen que hacer esto’… Pero es una felicidad que hayan decidido transitar con nosotros una parte de su camino…
– Aquí los apellidos ayudan ¿Cómo ves a las nuevas generaciones?
– No soy un tipo que esté curiosamente mirando el nuevo panorama, aunque claro que hay cosas que me gustan. Igual, no me quiero poner en viejo gagá y decir ‘en mi época las cosas eran mejores…’, porque tampoco sé si eran mejores. Nosotros teníamos una visión muy prejuiciosa de todo lo que no era lo que hacíamos nosotros…
– Mea culpa revelador…
– Es que sí, hubo una época en que uno no se juntaba con los que hacían tango, ni ellos con los folcloristas, ni ellos con los del rock, ni ellos con los baladistas… y yo era parte de eso.
– ¿Y qué provocó la apertura?
– En Rosario hubo una época en que entendimos que éramos pocos… Por necesidad empezamos a juntarnos y ahí vimos que el otro no era un salame. Empezás a levantar un poco la lupa, pero llevó tiempo…
– Y bajo esa lupa ¿Qué pensás de ciclos cómo La voz argentina o Soñando por cantar? ¿Cantera de figuras?
– El tiempo dirá, no sé, la televisión a veces es cruel porque toma y deshecha muy rápidamente. Sin dudas hay gente que viene trabajando hace tiempo, pero también hay mucho invento…
– ¿Te convocaron para ser jurado?
– Y se han cansado de que les diga que no, así que no me convocan más (risas)
– ¿Y por qué no?
– No me creo con la capacidad suficiente para juzgar a los demás, no soy quien para frustrarle la vida a un pibe lleno de ilusiones y que si vos le bajas el dedo a lo mejor nunca más abre la boca. Por otra parte no me seduce la velocidad de la tele y tengo la suerte de tener opciones. Siempre digo que la necesidad legitima ¿no? Además me parece que son pocos los casos en los que se juzga realmente el talento, tenés que tener una historia de vida fuerte, que en principio es lo que se prioriza…
– Entonces, paso al costado…
– Y, soy un poco conservador en eso (risas). Además, sé que si digo que sí, después me voy a odiar… Qué se yo… supongo que cuando estás ahí, en un momento te olvidás de show y te emocionás de verdad… pienso… porque conozco a algunas personas que están ahí y no tienen necesidad de llorar forzadamente en cámaras… Pero no lo cuestiono, sólo que a mí no me gusta mucho… Con la televisión tenemos una feliz coincidencia, a ellos no les interesa llamarme y a mí no me interesa ir…
– O será que la tele propone y Baglietto dispone…
– A esta altura, todo el mundo sabe para qué sirve uno y para qué no… Yo soy un agradecido de la vida. Son muchos años y tengo la gran suerte de no tener que estar rememorando lo que fue. Eso ya es una bendición.
