Armaron el escenario sobre un camión que cargaba un generador de electricidad, parlantes, micrófonos, una consola de sonido y 2 pilares con luces rojas. Sobre él, los integrantes de los Talleres de Canto de la Municipalidad de Rivadavia salieron a recorrer las calles del departamento y cantaron villancicos, folclore y cuarteto, para saludar a los vecinos antes de la Navidad, en una cruzada que llamaron Abrazando a Rivadavia. La gente los recibió con emoción y hasta organizaron un ágape para agradecerles.
El martes por la noche, la música empezó a sonar en la Basílica Nuestra Señora de los Desamparados, frente a la plaza. Lo primero que se escuchó fue el Ave María. A pesar del viento, que volaba las partituras, las polleras, los pelos y que golpeaba los micrófonos, los cantantes dieron su espectáculo para las personas que se habían acercado a escucharlos. En ese lugar comenzó la recorrida. La primera en recibir a los cantantes fue Estela Carrizo, que a media noche cumplía 62 años, por lo que salió de su casa sorprendida con el sonido del Feliz Cumpleaños interpretado con bombos y guitarras. "Es la primera vez en mi vida que me hacen una serenata", decía la mujer que cantaba junto al coro y se secaba las lágrimas.
Mientras tanto, el intendente Elías Alvarez ordenaba el tránsito en la mano norte de Avenida Libertador, frente a la casa de Estela. Es que se había armado el baile en la orilla de la calle al ritmo de una zamba. Y un Papá Noel, un poco flaco, se turnaba para revolear un pañuelo, bailar y repartir caramelos a los niños de la zona.
El siguiente destino fue el barrio López Mancilla. Allí los vecinos se habían reunido para esperar a la gente del municipio y aprovecharon para festejar la Navidad por adelantado. Todos esperaban la llegada del camión con ansiedad. Habían armado una mesa con un mantel verde que tenía arriba un árbol de Navidad blanco y muchos platos con comida. Cada una de las mujeres del barrio había aportado algo para el ágape. Y cuando llegaron los músicos tomaron las bandejas y repartieron la comida y vasos de gaseosa. Los hombres y mujeres del barrio escucharon y bailaron cuarteto y hasta se animaron a cantar folclore. Pero los "otra, otra" que gritó el público no dieron resultado, así que el camión tuvo que seguir su recorrido, que continuó en la plazoleta Madre Universal. Por último, todos se trasladaron hasta la plaza de Marquesado, donde los esperaba la gente de la zona y docenas de empanadas.
