Señor director: 

En el día de la "Tonada Sanjuanina”, que se conmemoró el pasado 30 de noviembre, quiero compartir con los tonaderos de Cuyo, la identidad a través de los sentimientos hacia la música nativa "Nostalgia”. Este clima de Córdoba parece no cambiar, un calor sofocante por la humedad y una desesperación de conciliar el sueño, en esta pieza inmensa de la pensión. 

– ¿Por qué se les ocurrirá dejar catres destartalados de varias generaciones en el pasillo? Parece que son los que se adueñan del sol a medio día y lo sacan a pasear a estas horas de la noche, en la media cuadra de un metro.  

Algo familiar me sacude de la cama, ¡Se me eriza la piel!, ¡No es posible!, ¡Estoy seguro de haber cerrado la puerta principal con llave! ¡Es el ritmo de un guitarrón!…Una guitarra se le acopla!…El requinto! …El requinto!…El infatigable preludio que cobija y enarbola en la noche una tonada. 
– ¡Es una serenata!…¡Me están dando una serenata!, ¡Debo pagarla! 

– ¿Dónde estará el vino?, ¿Dónde lo puse?…debajo de la cama, ¡No, no está!…¡No debo deshonrar la tonada!  

– Debajo el ropero, eso es, ¡Aquí está…! 

Un golpe seco en la pared con la base de la botella y el corcho salta en un estrepitoso grito de alegría. Abro la puerta y me encuentro con la lluvia y el viento, sólo con la lluvia y el viento, que sacude los trastos viejos, como queriendo sacarlos del letargo con caricias seductoras de armonías musicales que transmiten el inexplicable sentimiento de nostalgia. 

Dos lágrimas brillan en mis mejillas. Levanto la botella a modo de saludo y brindo por los que están lejos de su pueblo, por los que no pueden volver y por los que se quedaron en el camino.