Hace 3 años, el descenso de agua en el Dique de Ullum dejó que apareciera parte de las ruinas de la bodega Las Lomas, de la familia Graffigna, un ícono de la vitivinicultura sanjuanina que hace 30 años quedó escondido tras el llenado del embalse. Ahora, todo lo que queda de aquel edificio, sus piletas y las casas que había a su alrededor están a la vista. Se puede observar desde los rieles que usaban los trabajadores y las vigas que marcan el trazado perfecto de la casa principal hasta la base de lo que fue la chimenea del alambique.
Aquellos recuerdos de ladrillo, piedra, adobe y hierro están al final de lo que hoy se conoce como Playa Hermosa. El sector, que sólo guarda unos pocos litros agua en el fondo de los piletones, parece el set de filmación de una película que relata la historia de un pueblo que quedó desierto tras una invasión de seres extraños o una epidemia.
Frente al edificio principal de la bodega, que apareció en 2009 cuando la cota estaba 7 metros sobre el nivel por encima de la cota actual, se puede encontrar lo que queda de la casa de la familia. Allí, los cuadrados que marcan las vigas y los paredones bajos que en un sector son de ladrillo y en otro de piedra, delimitan lo que fueron las habitaciones. Y en algunos sectores más altos se puede ver hasta baldosas rojas que aún están pegadas al suelo.
De uno de los lados de esas ruinas surge una especie de veredín angosto, que va hacia el Este y lleva directamente a la zona de las piletas. Los huecos son tan profundos que si alguien se asoma para ver su interior no puede divisar el fondo. Aunque, al tirar una piedra se puede oír cómo cae en el agua. Todas las bocas de los piletones están unidas por rieles, por lo que se movía los carros con la materia prima.
La construcción es de ladrillo y se puede ver los hierros gruesos. Ellos salen de las vigas que tienen el ancho de 3 ladrillos colocados uno al lado del otro. A pesar de que toda la estructura se ve fuerte y estable, se nota que el agua dejó su huella, ya que, si bien aún quedan bocas de las piletas en perfecto estado, hay algunas desmoronadas.
Hacia el Norte está la base de la chimenea de ladrillo, piedra y cemento que servía para el proceso de destilado. A su lado hay otras vigas, por las que se puede inferir que ahí también hubo construcciones. Lo más sorprendente es la escalinata que lleva a ellas, que por su buen estado parece que dejó de usarse ayer.
Así, a pesar de la quietud y el silencio, todo funciona como un fiel recuerdo del pasado, que en cuanto el agua vuelva al dique quedará oculto otra vez.
