Respiró jazz desde que nació. Su casa estaba llena de discos y artistas. Su padre, el reconocido músico Walter Malosetti, fue una omnipresente influencia natural. A borbotones, bebió esa vida, pero fue por más. Curioso y arisco a los encasillamientos, Javier Malosetti fue armando su propia historia musical al mismo tiempo que la personal. Bajista destacado, pero políglota a la hora de los instrumentos, tocó solo, con grandes como Spinetta, Pappo y Dino Saluzzi, formó bandas propias y recorrió géneros y países. De cara a sus 46 años, que cumplirá el 26 de noviembre, el ecléctico artista que supo sostener y darle brillo propio al apellido, pisará San Juan por segunda vez mañana, cuando con ElectroHope (el combo que formó hace un par de años) vuelva a destilar su condición de ciudadano del mundo musical.
– ¿Qué gustos te das con esta banda?
– Son músicos increíbles y muy jóvenes, y no son músicos de jazz, entonces tienen más arraigado el concepto comunitario de banda, cosa que en el jazz no ocurre. Y así funciona ahora, cohesiona espiritual y artísticamente; y eso opera fantásticamente con lo que quiero hacer.
– Pero suena jazz…
– Sí, claro, pero podría decir que es el proyecto más alejado del jazz que hice. Igual nunca fui un músico de jazz ortodoxo. Acá el jazz aparece en la improvisación quizás, pero es una música más directa, sin esos vericuetos ni esa armonía sofisticada que tiene el jazz y que hace que estés un poco solo a veces.
– Y te permite llegar a otros públicos…
– Sí, puede ser, pero no es un plan de marketing, es una consecuencia. Mi música es más para todo público, el jazz no. No hablo de aquel jazz de Armstrong o Ellington, más bailable, que sí era para más gente; pero luego el jazz se hizo…
– ¿Elitista?
– De difícil audición ¿viste? El músico de jazz entró en esa cosa medio masturbatoria…
– ¿El influjo de Walter dónde quedó?
– Está todo el tiempo, porque él también hace ese jazz para toda la familia, el que puede disfrutar el entendido y también su mujer, sus hijos, su madre…
– ¿Cuál es la diferencia?
– Uno es la música clásica del siglo XX y el otro es música popular…
– Eterna dicotomía…
– Pero no tiene que ser una guerra, porque es parte de la cultura del mundo… El arte es para compartir, para no competir.
– ¿Cuándo te diste cuenta que la música era tu camino?
– No lo sé, nunca me pregunté si quería ser músico. Pasaron los años y acá estoy con la guitarra colgada. Mi casa estaba llena de discos, de violas, todos tocábamos y cantábamos… y eso que yo veía como una familia normal, seguro que en el barrio eran Los locos Adams… se vivía la música con total intensidad.
– Nunca te dijeron "te vas a morir de hambre"…
– No, quizás porque no la pasamos mal. Conozco muchos músicos que son muy buenos y pasan penurias. Mirá que mi viejo no hizo ese laburo de músico profesional, se dedicó a tocar su música y fue muy docente, pero nos dio una re-linda vida; sin lujos, pero feliz…
– ¿Y por casa?
– No te digo que junto guita para ir a veranear a Canarias, pero estoy contento. En mi casa hay una reposera abajo de un árbol que plantó mi viejo cuando yo era chico y no pido más que eso.
– O sea que jamás se te ocurrió hacer otra cosa…
– La verdad que no. Estoy con la viola desde toda la vida, nunca le dije a mis viejos qué iba a ser… Una vez, cuando era chico dije "cuando sea grande quiero ser soldado", y mi vieja contestó "si vos sos soldado yo te rompo el cu… a patadas". Y entonces le dije "quiero ser cura". Es una anécdota familiar que se acuerdan todos… La música es una cosa recontra natural, que me acompaña de toda la vida.
– Y que te llevó a la conducción ¿no te picó el bichito?
– No, no quiero ser conductor. Lo hice porque era algo de jazz… la verdad es que me sentía como Rómulo Berrutti presentando una película… Lo veo ahora y me ca… de risa de mí mismo.
– ¿Te gusta verte?
– No.
– ¿Y escucharte?
– Me pasa algo muy lindo con Ten. Uno saca un disco y no lo escucha nunca más; y Ten, al año de haberlo hecho, todavía me gusta…
– ¿En qué convierte la música a Malosetti?
– Entra en mi alma y mi corazón de un modo que no entra nada, ni el amor por los seres humanos. Tiene una conexión directa con mi ente vivo, es el combustible.
– No planeaste llegar aquí, pero aquí estás. ¿Qué ves para atrás?
– Veo seguido y me cae simpático ese tipo que fui. Algunas cosas me dan mas vergüenza, de otras me ca.. de risa y otras me gustan, las menos ponele.
– ¿Y para adelante?
-Una linda relación con mi hijo, con los músicos amigos, con los seres queridos. Veo una persona que sigue con el deseo de ayudar y hacer algo lindo para alguien, que al menos es mejor que no hacer nada para nadie…
– ¿Prócer de la música argentina?
– No, no me puedo subir a esos caballos tan altos porque es una jineteada que no me corresponde; y si subo alguna vez será porque alguien me puso ahí, equivocadamente lo más seguro (risas)
– El tiempo dirá…
– Mientras prefiero seguir acá en Palomar, debajo del árbol que te comenté, tocando la guitarra criolla al lado del mate…
– Javier Malosetti, reconocido, respetado, admirado ¿Te cae la ficha?
– ¿Sabés dónde lo veo? Con los pibes que tocan conmigo ahora, que eran alumnos de bajo, fans que venían a los shows… Ahí veo con alegría haber tocado el alma de algún flaco que amó la música que yo hago y que hoy lo devuelve de este modo. Me gusta haber funcionado.
